La unión entre ángeles y demonios siempre fue algo inexcusable, mas por el hecho de que tal vínculo podría traer a la vida a un ser capaz de acabar incluso con un Rey Demonio.
Los Néfilim; híbridos capaces de manipular tanto como poderes demoniacos...
Después del encuentro con el demonio cazador, Annie tomó rumbo hacía el hogar de Matt, el cual no se encontraba muy lejos de su ubicación. Aun así, el único inconveniente era el hecho de que debía caminar por las calles ocultando su rostro por completo con la ayuda del gorro de su chaqueta por el peligro de que alguna cámara manipulada por Raptor News o algún demonio observador la reconociera.
Sería demasiado molesto para ella tener que volver al Limbo nuevamente, sobre todo por no haberse recuperado de su ultima batalla. Aun podía sentir agudas punzadas en diversas partes de su abdomen y cerca de sus costillas. Los cortes que le había hecho el cazador habían acertado en sectores claves, y eso aclaraba el por que Mundus los había contratado a ellos para cazarla a ella y a Dante.
Mientras caminaba, con su mano derecha sostenía fuertemente un enorme corte que iba desde su abdomen hacia casi llegar a su espalda intentando detener el sangrado hasta que la herida cerrara por completo. Pero, gracias a esto, Annie chocaba a algunas personas que pasaban por su lado, haciendo que estos, molestos, lanzaran unos que otros insultos hacia ella.
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De malas ganas, los ignoró y intentó seguir su camino.
(. . .)
Tras varios minutos de interminables vueltas y caminatas, Annie logro llegar a su anelado destino. Ahora se encontraba frente a la apodada "Batcueva" de Matt, la cual había recibido ese nombre por las condiciones en las que su amigo vivía. Toda su casa estaba totalmente aislada del mundo, con sus cortinas cerradas, impidiendo que cualquier mínima pisca de luz entrara a través de ellas.
Annie rápidamente golpeo reiteradas veces la puerta, esperando que su amigo consiguiera oírla. Ella sabia que Matt nunca solía abrir su puerta a extraños y no dejaba que nadie invadiera sus dominios sin su aprobación.
—Vamos, hombre topo. Soy yo —habló ella a través de la puerta, impaciente por querer entrar.
—¿Cuál es el código? —una voz se escuchó del otro lado, la cual pertenecía a Matt. Por otro lado, Annie rodó los ojos con frustración, ya que ni siquiera ella conseguía recordar esa estúpida contraseña.
—Argh, ¿Qué demonios importa? ¡Matt, soy yo! —le reprocho ella, apoyando su mano contra la puerta.
Segundos después, algunos sonidos como de cerraduras se escucharon desde el otro lado, para luego —o finalmente— ver como como el picaporte era girado con lentitud. Cuando la puerta fue abierta por completo, una figura de estatura mediana —casi del mismo tamaño que ella— aparecía tras esta, quien obviamente era Matt.
—Oye, relájate. Solo estaba... —le contesto el. Pero, fue interrumpido de golpe cuando Annie lo empujó hacia un lado, intentando pasar. Aun así, perdió el equilibrio, haciendo que casi cayera de golpe contra el suelo—. Hey, hey, tranquila. Tranquila... —le tranquilizo Matt, a la vez que le sostenía al instante su cuerpo, evitando que cayera.
