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Cooper se encontraba trabajando, como era de esperarse. Barría el suelo con dedicación y minuciosidad mientras tarareaba con suavidad la canción que sus audífonos le transmitían a sus oídos. Bostezó suavemente y miró la hora en el reloj de la pared. Ya era más de media noche. Su turno había terminado hace ya una hora, pero él encontró que los suelos, las sillas y las paredes seguían demasiado sucias y optó por hacer horas extras -las cuales no le pagarían- que dejar su trabajo a la mitad. Si hacía un trabajo, que estuviera bien hecho.

Sin dejar de tararear una canción de una banda de rock que fue muy conocida por los años 2003 y 2007, tomó sus cosas y dejó los útiles de aseo en su lugar correspondiente con mucho orden y cuidado. Cooper era un joven muy organizado, y quizás hubiera sido de los mejores de su clase si hubiera podido pagar las clases de la universidad.

Muchas veces él sentía las miradas de desprecio o lástima de los policías, y podía escuchar a lo lejos las frases dichas en distintos tonos:

"Mira, lo que pasa cuando no terminas los estudios"

"Pobrecito, pero quien le manda a ser un irresponsable"

"Mira, con lo joven y guapo que es, ¿Lo has escuchado hablar? ¡Es muy educado! ¿Que habrá pasado?"

"¿Viste su ropa? ¡Está toda sucia! Debe ser un analfabeto sin educación como para haber terminado así tan joven"

Y eso a Cooper le molestaba. No le gustaba que lo juzgaran. Solo porque traía las ropas sucias y una escoba en las manos, y aunque el segundo comentario de esta lista no era negativo, era demasiado husmeador. Es como si quisiera indagar en su vida privada mediante prejuicios como su manera de hablar o su físico. Y Cooper odiaba los prejuicios. Había sufrido de ellos desde la primaria por parte de los profesores, de los niños y hasta de los padres de estos. Y realmente le parecían irritantes.

¿Por qué el tener la ropa sucia te hace un marginado? ¿Por qué el tener los zapatos desgastados te hace un "bicho raro"? ¿Por qué tener el cabello hasta los hombros te hace una mala junta?

Los prejuicios lo habían perseguido toda su vida. Y ya estaba harto de esto. Pero realmente no podía decir nada, simplemente seguir barriendo y aseando, mientras intentaba ocultar y opacar esas voces y frases con sus audífonos.

Salió de su lugar de trabajo, el cual había estado tranquilo y sonrió soltando unas pequeñas risas cuando recordó lo que había pasado hace apenas unas noches. Se le vinieron a la mente los ojos grises del rubio, llenos de obstinación y pureza. Se le vinieron a la mente los ojos del pelinegro, llenos de deseo y lujuria. Y se le vinieron a la mente los ojos del pelirrojo, llenos de algo que no sabía interpreta. Estaban opacos y a pesar de estar sonriendo era como si en realidad no lo estuviera haciendo. Aun así, transmitían diversión y ganas de reír.

Alzó suavemente la mirada y se encontró con unos ojos dorados llenos de diversión y curiosidad. Los miró fijamente y se dio cuenta de que cierto pelinegro era portador de esos llamativos y hermosos ojos dorados.

-Hey, ¿Qué tal, Cooper?-preguntó Ian acercándose al joven de cabellos morados con una sonrisa que no se podría interpretar.-¿Vienes de trabajar?

Cooper se sintió nervioso, esa mirada lo hacía sentir incómodo. Era una mirada era sin duda penetrante. Estaba llena de oscuridad y un sentimiento que no podía descifrar, al igual que esa sonrisa sensual y torcida que hizo a la vez que se acercaba más a él, causando que su cuerpo se pusiera tenso.

-S-sí...-musitó desviando la mirada de esos dos pedazos de oro.-¿Y tú?

La sonrisa extraña de Ian se expandió.

-Se podría decir que voy a trabajar.-entrecerró sus ojos de largas y seductoras pestañas para luego pasar su lengua por sus labios, humedeciéndolos. Un escalofrío recorrió la espina dorsal del chico de cabellos violáceos y tragó saliva para volver a humedecer su garganta, la cual se había quedado seca.-Bueno, nos vemos bonito. Me debo ir.-sonrió y se acercó a besar su mejilla, la cual se coloreó en un sonrojo mientras su mirada se desviaba, lo cual hizo sonreír al joven de cabellos negros. Al pasar por un lado de él, rozó sus manos en un toque que pareciera casual pero que fue a propósito y sonrió al notar como el chico se estremecía. Aguantó una risa y continuó con su camino.

Cooper volteó a ver la espalda de Ian, quien había guardado sus manos en sus bolsillos y había puesto un cigarrillo de menta entre sus labios, mientras tarareaba una suave canción y desaparecía doblando en unas esquina. Cooper soltó un suspiro cuando el chico estuvo fuera de su vista, su sola presencia bastaba para ponerlo nervioso.

Volteó y continuó su camino a casa. Un aroma desagradable inundó sus narices, al voltear notó una cabellera roja que estaba metida en un callejón. Coral estaba fumando tranquilamente un porro. 

Hizo una suave mueca pero decidió no pensar en nada y continuar con su camino. No saldría nada bueno si se metía en asuntos que no le correspondían. Siguió avanzando y avanzando hasta que llegó a un edificio que estaba en estado medio, ni muy bueno, pero tampoco era inhabitable. Subió las escaleras y con una sonrisa, introdujo la llave en la cerradura. Abrió la puerta con cuidado y caminó dentro de su casa, observando los pocos muebles que habían dentro de esta, prendiendo la luz para no chocar con alguno. Soltó sus cosas en un sofá y se sentó en este, miró el techo y frunció el ceño al ver una pequeña mancha, el día de mañana tendría turno de noche, por lo que a primera hora debía quitar esa horrenda mancha de ahí. Después de pensar en que debía limpiar su casa, se fue a su habitación dispuesto a dormir, pero esos ojos dorados aparecían cada vez que cerraba los ojos, y eso le aterraba.

- en otra parte de la ciudad -

Su cabello rubio era ondeado por la brisa nocturna y sus pasos se escuchaban por las calles de la ciudad, el frío le calaba hasta los huesos y no pudo evitar que un suave estornudo saliera por sus narices. Miró hacia todas partes y arrastró el pequeño carrito que portaba su mano derecha, acomodando su bufanda con la izquierda. Sonrió suavemente cuando encontró a un señor sucio y vestido con prendas rotas, el pobre señor se abrazaba a si mismo para tratar de soportar el frío y estaba acurrucado en un rincón de un callejón. Se acercó a él sin borrar esa suave sonrisa y entrecerró los ojos con suavidad.

-Buenas noches.-su suave voz resonó por las paredes del callejón haciendo que el señor de no más de 30 años alzara la mirada.-¿Tiene mucho frío?-ladeó la cabeza, alzando las cejas en señal de preocupación. El hombre lo miró extasiado y sorprendido. Sus ojos grises brillaban en la oscuridad y sus cabellos rubios eran volados suavemente por el frío viento, su piel era blanca y sus labios estaban curvados en una sonrisa tan angelical que podía sentir que estaba frente a un ángel. Asintió con la cabeza sin dejar de mirar esas facciones tan delicadas y bonitas.

Alma sonrió suavemente y del carrito que traía sacó una gruesa manta de polar, la cual tomó con sus dos manos y extendió hacia el hombre, quien entreabrió los labios, sorprendido de tal acto.

-Tómela, por lo menos amortiguará un poco el frío.-el hombre la tomó y la miró con minuciosidad, se veía abrigada y cálida, muy cálida. Alma volvió a introducir sus manos en el carrito y sacó un termo grande y dos vasos de plástico medianamente grandes. Abrió el termo y vertió agua en los vasos con cuidado, para luego sacar dos sobres. Uno de café y otro de sopa instantánea. El hombre volvió a verlo como si estuviera observando a la octava maravilla del mundo y entreabrió los labios, sin poder modular palabra.-Supongo que también ha de tener hambre. Esto ha de saciarla un poco, y también le calentará el cuerpo.-guardó el termo en el carrito y se puso de pie con una suave sonrisa.-Que tenga unas buenas noches y que Dios le bendiga.-sonrió ampliamente y se marchó, haciendo resonar sus zapatos por el callejón.

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Hey! Aquí el Charles!, he aquí otro cap de EREPEDEC!*la weá larga* Bueno, que lo disfruten, sé que este cap no tuvo comedia ni nada, pero prometo hacerlos reír para el próximo c: comenten, voten y díganme que les pareció el cap. Compartan! Gracias por leer :3

El religioso, El puto, El drogadicto y El conserje (Subida Lenta) #LGBTEspanolWhere stories live. Discover now