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Su piel se erizó, con todos los nervios a flor de esta. Su mirada tembló ante el brillar amatista de aquellas irises en la penumbra de la habitación. No había más en su plano visual que el semblante inexpresivo del hombre que en segundos había desviado su mirada hacia la pantalla encendida del aparato de comunicación. Sus dedos lo rodearon con presurosos movimientos y miraron el mensaje que había recién enviado.

Pudo sentir como el material tecnológico crujía bajo los fuertes falanges que ejercían presión sobre la pantalla, y a su espalda dorsal la recorrió un duro escalofrío. 

Volvió a sentir la mirada impropia sobre su persona, y sus piernas, anteriormente estáticas ante su inminente estado de shock, comenzaron a deshacerse en fuertes temblores en respuesta al enorme temor nervioso que comenzaba a expandirse desde el centro de su pecho, recorriendo cada fibra de su ser y llenando cada rincón de su mente. ¿Era aquello con lo que siempre tenían que lidiar las personas que se sumergían en sus miedos, todo el tiempo?

Era sorprendente, pues él nunca se había entregado de lleno a ellos ya que siempre confiaba en la voluntad que Dios le brindaba para salir adelante. No era que pensase que Dios velaría por él y bajaría del cielo para cegar a su secuestrador con su inminente luz purificadora (Si fuese así, nadie sería nunca asesinado o secuestrado en el mundo, así no era como funcionaban las cosas, no era idiota). Pero lo que Dios le ponía en frente era la voluntad para no rendirse en el camino y las herramientas para poder salir de la situación que fuese, y cuando aquello no funcionaba para alguna gente, o simplemente no sentían que algo tuviese sentido para tomar acción sobre lo que estuviese pasando, era cuando las desgracias ocurrían (Era sin embargo difícil que aquello se aplicase en la voluntad humana sobre otra)

Había imaginado que aquél teléfono libre era su oportunidad, era su herramienta, la última mano estirada hacia su voluntad...

Pero supo en el momento que vio esa mano alzada en un amplio ángulo que realmente había cometido lo que sería quizás el más grande error de su vida.

Lo siguiente que sintió fue el suelo golpeando su cabeza, y se sorprendió de que la sangre no comenzase a escurrir, pues había caído dos metros desde el sofá destartalado, y su cabeza había rebotado una vez antes de tocar definitivamente el suelo. Todo a su alrededor daba vueltas, y sentía como el dolor abrazaba la zona afectada como una manta eléctrica.

Abrió los ojos presurosamente. No debía perder tiempo en cavilaciones, ¿Hacia donde era mejor moverse? ¿Desde donde se acercaba? ¿Por donde escuchaba sus pasos?

¿Estaba siquiera viniendo?

Por unos segundos que le parecieron una eternidad sintió nada más que su respiración irregular, y no fue hasta que sus pies fueron tomados por el hombre que volvió a ponerse en guardia. Su garganta se desgarró por el grito que despegó desde la profundidad de su estómago, mientras sus piernas se movían con insistencia en un intento de liberarse de aquellas manos que estaban torciendo sus pies. 

Le soltó recién cuando estuvieron bajo el cuadrado ubicado en el techo, e intentó en vano arrastrarse lo más lejos que tuviese al alcance. Su corazón retumbaba contra su pecho, y sus manos adoloridas sudaban en frío entre las cuerdas, estaba arrastrándose, estaba alejándose, quizás podría alcanzar el cuchillo de encima del mueble al que nunca le dejaba acercarse para poder liberarse de las cuerdas.. Sólo faltaba un poco más...

Y todo su mundo se fue a un enorme agujero negro donde la razón se perdía y las sensaciones se volvían cenizas, donde no sabía donde estaba ni quien era por un lapso de tiempo, donde todo lo que conocía se volvía desconocido, y toda una eternidad ocurría en segundos. Una realidad en la que la violencia del golpe con el duro objeto que no supo identificar no dejaba rastro de dolor alguno, pues la inconsciencia lo opacaba como el oro al bronce.

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⏰ Last updated: Sep 09, 2018 ⏰

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El religioso, El puto, El drogadicto y El conserje (Subida Lenta) #LGBTEspanolWhere stories live. Discover now