Imagen 3.

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Eras realmente la mejor persona que había pasado por mi vida y me consideraste la peor que había abandonado la tuya. Nunca entendí eso, porque siempre estuve junto a ti. Nunca me fui de tu lado, no en estos siete años.

-Imagen número 3.-
En esta estabas triste, estabas a punto de contarme algo muy importante para ti que te cambió la vida y que nunca podrías superar. Algo que nunca supe y que quisiste contarme cuando estuvieras preparado.

Tenias los ojos enamorados del suelo y el pelo muy despeinado, llevabas días sin salir de casa porque te había dado una pequeña depresión que tu madre no se atrevió a contarme. Después de días sin que me cogieras el teléfono decidí ir a tu casa. Estabas sentado en tu cama, con un pie en el suelo y el otro tocando la rodilla de este. Jugabas con los dedos de tus manos y con el pantalón de tu pijama.

Yo estaba sentado en la silla de tu escritorio, mirándote. Esperando. Tenias la cara pálida y muchas ojeras. Se notaba que apenas comías y dormías. Solo habían pasado diez días de la ultima vez que te vi feliz y ahora estabas así.

Y no sucedió nada bueno después, creo que guardo esta imagen porque fue el momento en el que estabas más tranquilo ese día. Porque venía lo peor.

En otro lugar de la casa se escuchó un sonido estruendoso, estaba claro que algo se había caído. Tú gritaste "mamá" y se escucharon gemidos que parecían venir de la cocina. Bajaste corriendo, sin zapatos ni calcetines a una cocina que era el infierno. Tu madre estaba en el suelo, junto a todo ese aceite ardiendo que manchaba toda la cocina y que había llegado a tus delicados pies. Gritaste, pero no sé si por ver a tu madre frotarse los ojos, sabiendo así que el aceite había llegado a ellos, o porque el aceite te había quemado los pies.

Te saqué de allí en brazos y te llevé al sofá para que no te quemaras más. Luego llamé a la ambulancia y mi instinto me hizo tirar agua fría al suelo y ayudar a tu madre.

Cuando llegaron os metieron rápidamente en la ambulancia y mientras íbamos de camino al hospital te curaron los pies. Tu madre se retorcía de dolor, pero insistí en que no la vieras, ya era suficiente con escucharla.

No supe que le hicieron y tu no dejabas de llorar, ambos sabíamos que no moriría pero la sensación era horrible. El doctor nos dijo que ella tendría que estar allí por unas semanas y que estaba temporalmente ciega. El aceite caliente le había quemado los ojos hasta el punto de no ver absolutamente nada.

Odiaba verte así, estabas triste por tus cosas y preocupado por tu madre. No querías volver a casa y yo no era nadie para obligarte a volver. Supuse que era mejor que te quedaras hoy con ella. Te quedarías a dormir en el hospital con ella.
Fuimos a comer algo en la cafetería de ese hospital. Mientras llegábamos no dejábamos de ver enfermos. Tu cara era una roca, no expresabas ni un solo sentimiento. Serio. No me gustaba para nada. Mientras te bebías el café parece que quisiste retomar la conversación interrumpida.

-Antes quería contarte sobre los otros.
-No, Jungkook. No es necesario.
-Pero, te dije que estaba preparado.

Tenía muchas ganas de escuchar esa historia, pero no estabas en condiciones de hacerlo, no quería que te pusieras peor por mi culpa.

-Pero mira todo lo que ha pasado, no te vendrá bien. -Sonreí.

Me devolviste una especie de sonrisa y te levantaste de allí sabiendo que yo te seguiría. Me cogiste de la mano y me llevaste a lo que parecía ser el patio del hospital. Había un pequeño trozo de césped que parecía ser artificial y resultó serlo. Me condujiste hasta este y nos sentamos allí, querías descansar en mis piernas y te tumbaste con la cabeza en ellas. Acaricié tus cabellos y tu mejilla. Parecías tan indefenso en ese momento. Estabas realmente cansado y triste. Tanto que acabaste dormido.

Empezaba a oscurecer y a levantarse un viento frío. No quise despertarte aun y me quité mi chaqueta para colocartela por encima y parar el viento. Te quejaste, pero seguiste dormido. Media hora después empezó a caer una suave lluvia que estaba mojando tu mejilla. No quería que enfermaras. Despertaste tras unos golpes míos en tu nariz. Fue gracioso verte despertar y acto seguido frotar tu nariz. Parecías un bebé cansado.

Volvimos a la deprimente habitación de tu madre, ella dormía.

-Jimin, siento que estés aquí. Puedes irte cuando quieras. Ya es tarde.
-Me quedaré un poco más. -Dije agarrandote de la mano.- Quiero que al menos conmigo no te deprimas en tus pensamientos.

Tu sonrisa fue de un auxilio absoluto y supe que no debía irme por mucho que me rogaras. Te llevé al cuarto de baño de los pasillos a limpiarte la cara, tenías legañas y estabas feo, todo lo que podías llegar a ser. Me reí con mis pensamientos y me miraste como si no me conocieses. Me reí aún más.

Te conté anécdotas divertidas sobre mi vida para que no pasaras mala noche, al menos se te escuchó reír algunas veces. Luego te quedaste dormido en el sofá y esperé un poco más.

Llegadas las 4 de la mañana me levanté de aquella incómoda silla. Llevaba tres cuartos de hora mirándote dormir. Escribí una nota en la que ponía:

Me voy, Jungkook. Es tarde y necesito dormir. Vendré mañana a verte. Espérame a las 12 de la mañana. Te quiero.

Luego me puse mi chaquetón y me fui. Me despidió la enfermera que llevaba allí todo el día y cogí un taxi hasta mi casa.

Recordé tu sonrisa y dormí.

A la mañana siguiente fui a buscarte. Salimos un poco de allí, tuve que obligarte. Fuimos hasta lo más alto de una torre. Las vistas eran increíbles, sobretodo porque tu me mirabas fijamente mientras decías que te daban miedo las alturas. Me costó muchísimo sacarte del ascensor y más de hacerte mirar. Pero acabaste fascinado con las vistas, a un metro de la ventana, eso si.

Cuando volvimos tu madre parecía feliz, estabas con ella, yo no quería interrumpir y me fui. Te vendría a recoger después para que te quedaras en mi casa a vivir un tiempo, hasta que tu madre vuelva a casa.

Images. ‹Jikook›Where stories live. Discover now