.Día dieciocho.

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  —Buenos días princesa—murmuró alguien en mi oído mientras me acariciaba suavemente.

Sonreí sin mostrar los dientes y gemí mientras me estiraba. Un exquisito olor a café y cupcakes inundó mis fosas nasales. Abrí mis ojos lentamente y a medias visualicé a Ed. Estaba ya cambiado y sentado en la cama, sonriendo y acariciando mi pierna. 

—Buenos días princeso—reímos. 

—Ya está el desayuno listo, tienes 40 minutos antes de irte a la universidad—informó mientras miraba su reloj y se levantaba de la cama.

Asentí con la cabeza ya que no se me daba muy bien eso de hablar a la mañana. Se fue de la habitación y yo me metí al baño. Me duché rápidamente y luego de cambiarme, fui hacia la cocina.

Me encontré con un rico desayuno sobre la barra y a Ed sentado en el piso, jugando con Graham y mi gata. En un momento escuché un quejido de su parte y me di cuenta que alguno de los dos le había cortado la mano. Se levantó rápidamente y agarró una servilleta. Se percató de mi presencia y sonriendo se acercó a mí.

—¿Cómo dormiste?—preguntó con una voz bastante sensual, peligrosamente cerca.

—Mejor que nunca. Eres como un osito calentito y cómodo—sonrió y le di un beso en la mejilla—Gracias por preparar el desayuno. 

—No lo hice gratis, todo tiene un precio—sonreí y me acerqué para, esta vez, besarle los labios. Mi idea era un beso corto pero no fue así, se me complicaba mucho separarme de él. 

Cuando nos separamos, yo fui hacia la barra y me senté en una silla y el pelirrojo fue a buscar su guitarra que estaba guardad en la funda. Se la colgó y se guardó su celular en el bolsillo.

—¿Ya te vas a la escuela?—le di un sorbo a mi café.

—Sí. Paso por ti a la salida del café—se acercó y como despedida me besó los labios.

Luego se fue por la puerta. Terminé de desayunar y, luego de limpiar todo, me fui hacia la universidad.

***

  —¿Qué traes ahí?—preguntó una vez que ambos nos encontrábamos en el auto. Se refería a lo que traía en mis manos.

—Torta de Oreo para el príncipe de las oreos—reímos.

Con su mano libre, Ed agarró la mía que estaba descansando en el asiento.

—¿Quieres comenzar a ver una serie? —sugirió.

—¡Claro! Me encanta la idea. ¿Cuál?

—Ammm, ¿Glee?—reí. Era todo un adolescente.

—Claro, aunque ya me la vi, siempre me gustó. Además todas las canciones que hacen son geniales.

***

—¿Ya preparaste el café y cortaste la torta?—preguntó Ed con un brillo en sus ojos. Es un niño pequeño esperando por los dulces.

  —Sí Eddie—dejé la bandeja con las cosas en la cama y le acaricié la cabeza. 

Se acercó a mí y me robó un beso. Colocó sus manos en mi cintura y se abalanzó sobre mí, haciendo que me acueste en la cama. Se separó y me besó la nariz.

—Eres la mejor—murmuró. Se separó de mi y agarró el control remoto. —Ya está puesta la serie, ¿pongo play?

—Claro—me acomodé bajo las sábanas, como él, y tomé mi café.

Antes de darle play, Ed volvió a robarme otro beso. Me encantaban, no lo iba a negar.

Comenzó el primer capítulo. Me lo acordaba de memoria.

—¡Qué candente es Santana! —exclamó Ed mientras le daba un mordisco a la torta. Le di un leve empujón en el brazo, fingiendo enojo. —Pero tú eres más sexy, hermosa—se acercó y me robó otro beso, esta vez, con gusto a chocolate.

  —Ya me has robado muchos besos hoy, señor Sheeran—fruncí el ceño haciéndome la enojada pero luego ambos comenzamos a reír.


Seguimos viendo la serie, 2 capítulos más, hasta que nos dio sueño, además de que al otro día sería viernes y teníamos que ir a trabajar. Llevé la bandeja con los rastros de comida a la cocina, al día siguiente la lavaría. Volví y Ed ya había apagado todo y se encontraba acostado en la cama, esperándome.

Me metí junto a él, hacía mucho frío pero su cuerpo me brindaba el calor necesario. Esta vez no le di la espalda como la noche anterior, lo abracé estando frente a frente. Me sonrió y me besó.

  —Último beso por hoy, Christopher.

—De acuerdo—accedió rendido.

Acomodé mi cabeza y sentí como la mano de Ed bajaba, tanto que llegó a mi trasero y lo apretó, luego soltó una sonora risita.

—¡Hey! —me quejé.

—¡No me dejas besarte! — se defendió.

—Eso no quiere decir que me debes manosear—todavía tenía su mano allí, no la había sacado y no sé porqué, pero me gustaba. 

  —Entonces haré esto—se acercó y me besó mientras que con su mano acariciaba mi trasero.

—Eres un pervertido—dije cuando nos separamos. Rió y retiró su mano para llevarla a mi cabeza. —Hasta mañana Edward toca jaleas Sheeran.

Rió ante el apodo y me besó la cabeza.

Nunca me había pasado de dormir tan bien. Ed me relajaba muchísimo. 


30 Días Para Enamorarme [Ed Sheeran]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora