El Aire... Quema...

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Pobre... Pobre Damon... Él no sabe nada de lo que me está pasando, pero, prefiero que así sea. No me podía creer todo esto, pero ahora tenía sentido, por que nadie hablaba con él, por que siempre estaba "castigado" y no podía ir a entregarle su bandeja de comida y actualmente solo la saca de la nada, Dios ahora que lo pienso, ¿Incluso a ese punto he llegado?, ¿A sentir que tengo un trozo de pan entre mis manos y que pasa por mi garganta?, No... Dios mío... Estoy tan asustada de todo actualmente...
Lo único que me hacía sentir mejor eran las visitas de la niña, aunque a la vez no podía evitar sentirme mal, era como si ella me consolara pero a la vez me hiciera consiente de qué tan mal estoy...
- Alice... ¿Estás enojada conmigo, cierto?... Por favor... No me dejes hablando solo otra vez.... No me dejes dudando...
Estaba a punto de responderle, pero cada vez que abría mi boca para hablar, nada salía de ella, solo un ruido ahogado, no había hablado con nadie ya por días, hasta semanas seguramente, tenía una sensación rara en la garganta, como si ya fuera totalmente muda, y así, en silencio observaba mi descenso a la locura...
Ya por la noche, escuché encima mío al tipo violento de antes, estaba diciendo algo entre dientes, luego escuché un fuerte, muy fuerte golpe, estaba segura que ya había roto algo y tenía miedo de que haya sido la puerta, un miedo increíble y total, me tiré de la cama y me arrastré debajo de ella, me quedé en la esquina, totalmente hecha pequeña, ese tipo me aterraba a pesar de que prácticamente no me podía hacer nada.
Me quedé dormida... Y lo único que vi en mis sueños fue un color rojo intenso, con un extraño sonido como de algo quemándose, seguido de un grito de hombre que me despertó de golpe dejandome un pillido desagradable en los oídos, sentía que me faltaba el aire, todo estaba horriblemente oscuro y había un intenso olor a quemado, me di cuenta... Que el edificio estaba pudriéndose en llamas...
Mi habitación no tenía ventanas, por lo cual la ventilación era nula, el humo entraba y no dejaba que hubiera forma alguna de respirar, me tiré al piso donde tenía un poco más de aire, comencé a toser de manera descontrolada y golpeé la puerta, ¡¡Ayuda!! Grité varias veces, pero nadie me escuchaba, comencé a entrar en pánico, golpeé la puerta tan fuerte que mis manos comenzaron a sangrar, ¡¡¡ABRAN LA PUERTA!!! Tenía miedo y nadie parecía escucharme, tomé una silla de metal que estaba al lado de la cama, comencé a golpear la puerta fuertemente, se comenzaba a abollar, pero no se rompía, recordé el piso, comencé a golpearlo también pero este no cedía, comencé a llorar, ya no podía respirar, me tiré al piso casi asfixiándome, mirando la puerta totalmente aterrada, no quería morir aquí, realmente no quería...
Y... El aire me quema...

El Extraño Caso de Alice. #Gemma'sAdwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora