Hoy he entendido por qué tantos poetas y prosistas se perdieron, y se pierden, entre la costura de la piel de una mujer. Es gracioso que los escritores prometan bajar la luna cuando son las musas las que les guían por el cielo y les enseñan lo que son estrellas. Después de que tú me revelases el firmamento, he descubierto que no me gusta la luz del día y que, por esa razón, me escondo entre tus piernas buscando un lugar apagado en el que esperar a que Artemisa haga su trabajo. Aunque, ella sabe que yo no busco la Luna, sino tus lunares.
¿Sabes algo? Me encanta que seas tímida, porque así en cada uno de tus besos me dices todo lo que has callado. Eso también me lo has desvelado tú, el silencio. Esos silencios tras una discusión... me encantan. Me permiten clavar una bandera blanca en tus ojos que hacen de cualquier guerra una lucha constante por la Paz. Y, ya sabes que nunca te diré que esto es para siempre y que lo nuestro va a durar eternamente, pero tampoco que hay límites y que todo tiene un final, porque lo que yo quiero, al fin y al cabo, es llevarte de vacaciones hasta el horizonte y prometerte que te voy a amar hasta el final de esta...