13 de noviembre de 2016

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Te quiero y punto. Por favor, necesito que me comas a besos, que me exclames tu amor sin preguntarte de manera suspensiva como llegamos hasta aquí; sabiendo, pero, a dónde nos dirigimos. Y oye, amo cuando estás tímida, pones un acento tan adorable, con la voz aguda, susurrando tu música; o cuando quedamos, y se improvisa todo, porque nunca hay guión, porque siempre nos perdemos en las calles de cualquier lugar llamado paraíso cuando estás tú en él, acotando besos con los antiquísimos edificios como público; o ese momento en el que pasamos subrayando el cielo, por al lado de un bar, una cafetería o un estanco y te pido que te acerques al escaparate para, justo ahí, dejar de importarme cualquier periódico, haciendo que mi primera plana favorita sean tus ojos. 

Ya nadie podrá ser tan feliz como yo, porque soy yo quién te tiene. Es que no quiero estar sujeto, ni atado, pero quiero ser tu complemento y acompañarte el resto de mi vida. Y me parece que soy audaz, porque te quiero de la a a la z. Realmente, soy alguien singular, porque te escribo estas cosas y no sé mucho de léxico ni de gramática, ni de lengua en general, pero has conseguido, dejando las palabras atrás, que el título de mi vida sea tu nombre. 


EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora