d i e c i n u e v e

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Se oía un griterío impresionante desde las escaleras de la casa de Yoongi y Namjoon. Suspiré antes de subir el primer peldaño y me aseguré de que mis ojos no estaban demasiado rojos, vidriosos o mojados después de llorar tanto.

Jungkook tenía razón. Las cosas en casa iban mal, y eso lo había dicho, aunque se había ahorrado que la histérica de mi madre había llamado al cabronazo de mi padre. Y nada más poner un pie en el pasillo de la casa donde me había criado, llovieron los insultos y las malas palabras. No tardé en dar un par de chillidos, en llorar y en irme de allí corriendo. Literal. Salí disparada intentando contactar con mi hermano para gritarle por el teléfono por no haberme dicho que mi madre había pasado al plan de emergencia, que consistía en llamar a mi padre para que me encontrara.

Me acordé de que Yoongi me dijo que no llorara. Y yo se lo prometí. Desgraciadamente pertenecía a esa escasa parte de la población que no cumplía sus promesas. Además, habían organizado una fiesta por mí -aunque yo no fuera la persona más fiestera del mundo- y me sentía mal por ellos. Me sentía una mentirosa por fingir que todo estaba bien al subir las escaleras.

Me limpié por última vez la cara antes de entrar a la casa. Las paredes retumbaban de lo alta que estaba la música, y al parecer allí no sólo estaban los chicos. Al menos, allí dentro estaban quince personas. La puerta estaba entreabierta, así que sólo tuve que empujarla un poco para ver cómo había gente bebiendo de vasos de plástico rojo, que hablaban a gritos. Algunos bailaban como posesos encima del sofá. Mientras buscaba con la mirada a algún conocido, reparé en unas pequeñas luces blanquecinas que quizá eran decoración de navidad nunca retiradas. Daban a la sala un aire acogedor a pesar de la música alta y el horrible olor a tabaco. Y a algo más que a tabaco. Me sentí mareada y fui hacia el estrecho pasillo siguiendo unos gritos demasiado familiares que me recordaban a un cortacésped. Guiada por los chillidos de Hoseok, acabé abriendo la puerta del baño, donde siete chicos medio borrachos y probablemente drogados, se aglomeraban en el pequeño espacio que había entre la bañera y la puerta. Sonreí como una tonta al verlos con confeti, vasos rojos que rebosaban de alcohol y matasuegras. Jungkook estaba entre ellos, Yoongi también.

Se arrancó a cantarme el cumpleaños feliz -bueno, si berrear junto a Hoseok se considera cantar, sí lo hizo-, a pesar de que mi cumpleaños había sido hace un par de meses. Yo aún estaba parada en la puerta con una mano en la madera cuando se acercó para tirar de mí y para empujarme a la bañera sin previo aviso. Y no era agua de lo que estaba llena. Era vodka. Debían de haberse gastado una cantidad enorme de dinero para llenar una bañera entera. Suga acabó también metido en la bañera.

— Finge estar borracha antes de que ellos te metan el tequila por las orejas. Y por otros sitios menos recomendables. — soltó, enarcando las cejas y bebiendo de su vaso rojo. Yo le miré extrañada. No parecía borracho, al menos no tanto como el resto. Yo asentí y cogí uno de los vasos que alguno de los chicos no dejaban de ofrecerme.

Di un sorbo corto y dejé que el vodka, tequila o lo que fuera me quemara la garganta y me dejara la boca seca mientras los chicos gritaban y bailaban ebrios como si fueran cabras locas.

*****

Simplemente la mezcla de olores del alcohol junto al tabaco y lo que probablemente eran drogas ilegales me embriagaba. Más bien me mareaba. Tanto, que tuve que apoyarme en Jimin para poder irme del baño y salir fuera, esquivando a un Jungkook que se reía en el suelo sin motivo aparente. A pesar de que me lo estaba pasando muy bien, no era capaz de aguantar más allí. Llevé conmigo misma uno de los vasos rojos, el mismo que me habían dado al principio, o al menos eso creía. Conseguí salir de la casa después de esquivar a un tumulto de gente que se agolpaba cerca de la puerta.

Hold me tight » Suga; BTS✔️Where stories live. Discover now