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1. Rumores

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Estoy harta de todo

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Estoy harta de todo... y de todos.

La verdad es que mi personalidad impaciente y demasiado sincera no me ayuda a hacer amigos; la gente me acusa a veces de ser una maleducada, pero yo prefiero considerarme una persona terriblemente directa.

A pesar de haber una larga lista de personas que han puesto su granito de arena, si tuviera que escoger a los principales culpables de transformarme en una bomba a punto de estallar, esos serían Brandon y Alicia Rose. Mis padres. Ellos nunca quisieron que dejase Boston y viniera a Londres a empezar mis estudios universitarios, pero eso no fue un impedimento para mí. Al final, acabé saliéndome con la mía.

Es difícil clasificar a la señora Rose en una categoría. Tal vez revelar que se dedica a la abogacía aclare las cosas: su naturaleza exigente y metódica le viene al pelo, y no es para menos, pues resulta que mi madre fue en su día la abogada más solicitada de Boston. No solo era conocida por su fiereza defendiendo a sus clientes, su templanza y mente analítica la colocaron en el top diez de profesionales del año 1996, según la revista Laws in Massachusetts. O eso dice ella. Yo nunca vi ese artículo porque, para empezar, todavía no había nacido.

El señor Rose es, al igual que mi madre, un apasionado de su trabajo.

Alicia Russell conoció a Brandon Rose en un juicio. Brandon era el abogado de la parte demandante, y Alicia, de la parte demandada. Nadie recuerda con exactitud el veredicto del caso, ya que fue opacado por las chispas entre los letrados que, muy fervientemente, defendieron a grito pelado a sus respectivos clientes. Es cierto eso de que la rivalidad crea fricciones, solo que, en aquella ocasión, fueron tantas que por poco prenden fuego a los Juzgados. Sus apasionadas interacciones terminaron por unirles en matrimonio, una alianza entre dos mentes brillantes que más tarde culminaría en la fundación del bufete Russell & Rose.

Por lo que me han contado, todo aquel que los conoció en su época de noviazgo decía que a mi padre le había tocado la lotería: una mujer llamativa como Alice —de cabello cobrizo como el fuego, mente avispada y carácter fuerte—, no era fácil de encontrar, y mucho menos se fijaría en un cualquiera. Suerte que Brandon era un hombre atractivo e inteligente, aunque no lo suficientemente paciente como para aguantar la personalidad volátil de su mujer. La manera que tienen de demostrarse cariño es discutir hasta por el canal de noticias que ver en la tele, buscándole los pros y los contras a todo.

No es de extrañar que la pareja formada por Alicia y Brandon, dedicados en cuerpo y alma a su trabajo, resultara negligente en la educación de su única hija. Y aquí es donde entro yo, Jenna Rose. Aunque les culpe de manipular los mandos de la cocina, y subirle la temperatura a una olla a presión que está a punto de desbordarse, soy yo la que llenó el recipiente a conciencia.

Desde muy pequeña, me di cuenta de las altas expectativas que mis padres (y en especial mi madre) tenían puestas en mí. Su matrimonio, además de engendrar una exitosa firma de abogados, les había dado a una hija que, con la educación e insistencia adecuadas, podría llegar tan lejos como ellos.

El café de todas las mañanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora