Wattpad Original
Te quedan 4 partes más de forma gratuita

2. Recortes del pasado

139K 7.1K 1.8K
                                    

Un ligero repiqueteo delata la presencia de alguien en la cocina, y miro curiosa hacia allí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un ligero repiqueteo delata la presencia de alguien en la cocina, y miro curiosa hacia allí. El camarero se asoma un momento y, nada más toparse con mis ojos, vuelve a su madriguera como un ratón alertado ante la presencia de un gato salvaje.

Parece mentira que un chico tan grande y serio se comporte así. Pero su gesto no deja de resultar conmovedor, así que me quedo en silencio, soplando el café y disfrutando de la calidez de la taza entre mis manos. Cuando la cafetería empieza a llenarse de estudiantes y profesores, el camarero sale de la cocina sin siquiera mirarme; aunque pretenda que yo no existo, no puede borrar la sonrisa que había dibujado en la espuma de la leche, y en mis labios.

A mi alrededor puedo ver un inmenso trigal que se expande más allá del horizonte

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A mi alrededor puedo ver un inmenso trigal que se expande más allá del horizonte. Inhalo el aire fresco del lugar y camino descalza, prácticamente flotando. Ya había estado antes aquí, en mis sueños. Este cálido lugar se había convertido en mi refugio favorito por las noches.

Diviso un granero cerca de donde estoy y, disfrutando del paseo, camino hacia allí mientras deslizo mis dedos a través de las plantas. Al llegar hasta el edificio de madera, me fijo en que Sam está de pie junto a la entrada. Mis pasos se detienen, sorprendida de encontrarme al camarero; pensé que estaba sola en mi santuario. Pero ahí está él.

—¿Qué haces aquí? —pregunto con cierta molestia. Sam escudriña mi rostro, mientras que el cielo se oscurece rápidamente.

—He oído rumores sobre ti, Jenna. —Frunzo el ceño por su acusación—. Me lo han contado todo. Tienes que olvidarla.

—¿Qué estás...? —musito confundida. Me giro y veo a mis padres. Alicia tiene su mirada fría clavada en mí, mientras que sus cabellos cobrizos se agitan con el viento.

—Ella nunca estuvo aquí —sentencia Alicia—. Entra en razón, cariño. Annie... no existe.

—¡No! ¡Cállate! —le interrumpo, tapándome los oídos. No quiero escucharlo. ¡No quiero oír nada! La mención de ese nombre basta para que mis ojos escuezan y, antes de echarme a llorar, huyo lo más rápido que puedo. Me niego a que mis padres o un extraño vean un atisbo de vulnerabilidad en mí. Nadie puede ver eso.

El café de todas las mañanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora