Capítulo 4

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Sarah corría sin detenerse, adentrándose cada vez más en el bosque, sabiendo perfectamente hacia dónde iba.

Y llegó, una casa ni muy grande ni muy pequeña. Dónde a cualquier persona que busque un poco de tranquilidad le gustaría vivir. Sin embargo, no entró, sino que se dirigió detrás de esta, encontrándose con una cruz de madera parada en la tierra, donde había césped y muchas flores que crecían allí. Era una tumba.

La oijiverde suspiró y no pudo evitar que una pequeña sonrisa se forme en sus labios. Caminó lentamente un par de pasos más, como si lo hiciese con miedo y nerviosismo, hasta quedar frente a frente con la cruz.

—Hola, Keito-san...—susurró sin dejar de sonreír a la par que se agachaba a la altura del objeto de madera. No sabía muy bien qué decir o hacer, hacía mucho no pisaba aquel lugar. Aún así, nunca dejó de pensar en lo que había vivido allí.

Posó su mano derecha sobre la cruz, dejando que varios recuerdos invadieran su mente. Y luego de un rato se dió cuenta de que hacía varios años que no sentía aquella nostalgia. El pasado era algo que siempre la atormentaba pero no todo era malo y la prueba estaba a su alrededor y en sus vivencias en aquel lugar.

—Yo...He hecho cosas que no me enorgullecen, y sé que tampoco te enorgullecerían…—dijo suavemente luego de un rato de silencio—Fallé. Yo…no soy fuerte, no soy como querías que fuese. Nunca tuve el valor para salir de aquí porque dejé de encontrarle el sentido a mi sueño…y a mi vida—Tragó saliva en el momento en que sintió que su voz se quebraba—Lo que te pasó…no debió haber sido así. Y a pesar de todo…fue mi culpa y esa es la realidad. Sé…

Respiró hondo. No quería llorar ahí pero no podía evitar recordar aquel traumático evento.

—Sé que mi deber era compensarlo y hacer que todo valiese la pena—terminó su oración, limpiando una lágrima rebelde que se deslizaba por su mejilla—Lamento no haber podido hacerlo. Yo solo…—suspiró—Yo solo quería dejar de sufrir…

Y antes de que pudiera darse cuenta, estaba llorando, a la joven no le gustaba pensar en las cosas que hacía o pensaba. Siempre trataba de evitar todo a toda costa. Pero ahora, era momento de cerrar una etapa.

—Pero...si estuvieses aquí me hubieras dado otra oportunidad, ¿verdad, Keito-san?—preguntó con la voz aguda y temblorosa por el llanto—Siempre decías que todo guerrero merece otra oportunidad para probarse a sí mismo, ¿Me hubieras dado otra oportunidad?, ¿Aunque no la merezca realmente?

Era extraña la manera en la que se sentía. El hecho de llorar cuando no había nadie cerca le resultaba extraño a veces. Pero en ese momento no le importaba mucho.

Y un último recuerdo se instaló en su mente, como si de repente alguien lo hubiese puesto ahí. El día en el que recibió su tan amada katana y en el que supo que debía superarse cada día más.

Suspiró profundamente, observando la cruz durante unos pocos segundos para luego sonreír de lado.
Agarró su katana y la observó con detenimiento. Mientras pensaba, pensaba en todas sus dudas que nunca habían sido resueltas. Se preguntaba por qué siempre había alguien que confiaba en que ella era capaz, hubo un tiempo en que no tenía a nadie así y todo fue tan repentino que nunca se tomó unos minutos para meditarlo.

—Estarás conmigo...—susurró—. Al menos...Al menos estarás conmigo, pelearemos juntos ¿verdad?—Se limpió las lágrimas—Quizá...si todo sale bien, podrás terminar tu viaje por el Grand Line, como debió ser.

Dicho eso, la ojiverde se puso de pie, sin apartar sus ojos de la tumba en frente de ella. Y luego de unos segundos, volvió a suspirar, esta vez fue un suspiro más largo que el anterior.

¡¡Tú eres mi Nakama!! [One Piece FanFic] ×Editando×Where stories live. Discover now