Capítulo 6

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Algo despertó a Keldarion, que parpadeó y se maldijo por haberse quedado dormido. Su cuerpo y su mente estaban tan aletargados que no podía pensar con claridad, pero la sensación de algo húmedo y pegajoso en el pecho le hizo mirar hacia abajo... y abrió los ojos como platos, alarmado por lo que vio.

"¡Legolas!"

El príncipe más joven no respondió. O estaba profundamente dormido o había caído en coma, pero lo que más había asustado a Keldarion era la sangre que goteaba desde la comisura de la boca de Legolas y que caía en su túnica.

"¡Legolas, despierta! –frenético, Keldarion le dio palmaditas en las pálidas mejillas-. Legolas... ¿sigues... sigues conmigo? ¡Por favor, hermano, háblame!"

Sin contar un leve gemido, Legolas siguió sin responder. Keldarion revisó rápidamente las heridas de su hermano, dándose cuenta de repente de que podría ser que se hubiera perforado un pulmón al romperse las costillas. A eso había que sumarle que la temperatura glacial solo estaba haciendo empeorar su condición. Su cuerpo no temblaba ya, pero eso no significaba que ya no sintiera el frío extremo.

Keldarion envolvió mejor a su hermano con la manta y limpió la sangre de su rostro. Llorando, el príncipe mayor le sujetó la cara con las manos y dijo:

"Legolas, escúchame. Vamos a salir de aquí, ¿vale? ¿Me estás oyendo, hermano? ¡Vamos a salir de esta... esta prisión! ¡Pero para eso debes seguir con vida! ¿Me has oído, enano? ¡Mantente con vida!"

La cabeza de Legolas se movió débilmente al escuchar las palabras de su hermano.

"¡Eso es! –gritó Keldarion-. ¡Abre los ojos, pequeño! ¡Despierta!"

Pero entonces, Legolas se quedó otra vez absolutamente quieto. Keldarion entró en pánico. Tras coger su espada apresuradamente, se puso dolorosamente en pie y empezó a golpear con ella la pared de hielo que los aprisionaba.

"¡Déjanos salir! –gritó el príncipe con rabia mientras golpeaba su espada varias veces contra el muro-. ¿Me oyes? ¡Quiero que nos dejes salir!"

La hoja era fuerte y los golpes de Keldarion poderosos, pero la pared era aún más fuerte. No se rompió y ni siquiera se agrietó. Keldarion cada vez estaba más desesperado.

"¡Por favor, mi señora, libéranos! ¡Mi hermano se está muriendo! ¡Tienes que dejarnos ir!"

Agotado y dolorido, Keldarion finalmente se derrumbó al lado de su hermano. Tenía la garganta hecha un desastre de gritar y no le quedaban fuerzas para volver a levantar la espada. Casi incapaz de contener los sollozos, Keldarion abrazó a Legolas débilmente.

"Mantente con vida, pequeño –canturreó en voz baja-. Padre vendrá."

Apoyando la frente contra la de su hermano, susurró otra vez:

"Padre vendrá."

*****************

Zuïlean se detuvo una legua más adelante. Con el ceño fruncido, Thranduil miró a su alrededor e intentó encontrar alguna señal de que sus hijos estaban allí.

"¿Dónde están?"

Ella señaló hacia un saliente de roca en la montaña, bajo la que había una pared de hielo.

"Ahí."

A su señal, la pared se derrumbó, dejando al descubierto a los dos príncipes del Bosque Negro que había estado atrapados dentro. Los ojos de Thranduil se abrieron al máximo.

"¡Keldarion! ¡Legolas!" –gritó, corriendo hacia ellos.

Pero por desgracia, Zuïlean le cerró el paso.

La Promesa Olvidada de ThranduilWhere stories live. Discover now