CAPÍTULO 12

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Ahora mismo si yo tuviese el poder, convertiría a la tierra en el maldito infierno, torturaría a Anastasia una y otra vez, dormiría escuchando sus gritos, la mataría y la reviviría solo para volver a matarla.

Ella parece ser capaz de oler mi felicidad, puede intuirlo, y justo cuando sabe que mejor me siento, aparece para fastidiar.

— ¿Qué demonios haces aquí, Anastasia?—mi voz se escucha ronca y contenida.

—Pues he venido a pasarme unos días ya que mi madre se ha ido a un crucero con sus amigas y me he quedado sola en casa.

— ¿Y crees que a mí me importa si estás sola? Vamos, vete de una jodida vez de aquí—me levanto y camino hacia ella, pretendo tomarla del brazo y sacarla a patadas, pero justo en el momento que me le acerco, diviso a Harry entrando por la puerta principal, no tardo en notar la sangre en su boca y el horrible moretón en su pómulo izquierdo.

Paso por al lado de Anastasia, dejando atrás todo mi enojo con ella, y centrándome solamente en él.

— ¿Qué te ha pasado?—siento que me falta el aire y tengo ganas de llorar con solo verlo así, intento tocarlo pero me arrepiento en cuanto veo que hace una mueca de dolor y lleva una de sus manos a sus costillas, parece que ahí también lo han golpeado.

— ¿Quién te hizo esto? ¿Dónde? ¿Siguen vivos o los mataste? ¿Por qué?—pregunto sin retener las dudas en mi mente, el miedo se me vienen encima y casi puedo ahogarme con él.

—Ángel, calma...dame...un minuto—está sofocado y con mi ayuda, se sienta en el sofá, recostándose al espaldar y dejando caer su cabeza hacia atrás.

— ¡THOMPSON TRAE AGUA Y HIELO!—grito desde mi lugar.

Anastasia corre hasta nuestro lado.

— ¡Oh Diablo! ¿Qué te ha ocurrido cariño? —pregunta ella y veo como alza una de sus manos para tocarle el cabello.

Me apresuro y detengo sus intenciones, tomo su brazo y tiro de ella, dejándola estática frente a mí.

— ¡Si lo tocas...te mato!—digo en un susurro, firme y amenazadora.

Mi odio puede salirse por mis poros, por los ojos, por los oídos, por la boca, si pudiera la mataría tan solo con mirarla, y sé que ella puede ver que no estoy bromeando. Su rostro palidece y siento a través de su mano como ha comenzado a temblar.

—Ya estoy aquí—avisa la señora Thompson, trae una bolsa cargada de hielo y un vaso de agua.

Con cuidado Harry pone la bolsa en el pómulo donde tiene el golpe, yo tomo el vaso y me siento a su lado, dispuesta a ayudarlo a tomar agua.

—Bebe un poco—digo y alzo el vaso hasta sus labios, él parece dudar por unos segundos, pero termina cediendo. Bebe lentamente un par de tragos, pero se detiene para toser.

—Déjame ver—digo tomando el dobladillo de su camiseta para levantársela y ver que otros golpes tiene.

Mis ojos se dirigen hacia Anastasia, quien sigue parada enfrente de nosotros, no quiero que ella vea a Harry sin camisa, joder, ni siquiera quiero que lo vea a los ojos.

—Anastasia vete de aquí—le ordeno.

—Pero...—intenta protestar pero no la dejo terminar.

—No me hagas levantarme y sacarte yo misma.

No lo piensa ni un segundo más y se marcha de la habitación. Ya libre de la sombra de Anastasia, levanto la camiseta de Harry y ahogo un grito de terror cuando veo que toda la piel en la zona de las costillas está bañada en tonos rojizos, negros y morados.

El GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora