CAPÍTULO 37

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~La felicidad dura poco~

Pues vaya que tenía lógica la frase, en mi caso no duro ni 24 horas.

Debo ser la dueña del grupo de las que no tienen suerte en el amor de hoy en más.

-Tu solo quieres su popularidad -Conteste mirando mis uñas, me negaba a derrochar una lagrima, aunque estas amenazasen con salir.

-Te juro que no es por eso -Batió sus pastosas pestañas llenas de rímel como cinco veces.

¿Por qué más entonces?

Me sostuvo la mirada durante unos minutos.

-Nadie elige de quien enamorarse.

Gire mi cabeza de golpe.

-Entonces estas enamorada de Codwells?-Pregunte sin rodeos.

Quería llegar a ser lo más directa posible, para así obtener respuestas sensatas aunque proviniendo de Lindsay era casi imposible.

-Si –Afirmo lo que más temía.

-¿Cómo sucedió?

La curiosidad golpeaba en mi interior, los celos se hicieron presentes, me entraron unas irremediables ganas de arrancarle aquellas mechas teñidas rubias que llevaba de la mejor manera... a los golpes.

-No lo sé, solo paso.

Me lleve las manos a la cabeza en forma de rendición.

Estaba claro que en esa cabeza hueca y estúpida no se procesaban más de 2 preguntas por mes.

-Te lo vuelvo a preguntar... -respire hondo -¿Cómo paso?

-Él me quiso besar, yo me negué...-

Con cada palabra que sumaba a la oración más ganas tenia de arrancarle el pelo, golpearla contra una pared y sacarle la prótesis de 18 mil dólares que llevaba en la boca, pues si, Matt me había contado sobre la cantidad de dinero que su papi había gastado en ella para que no tuviera los dientes chuecos y como un caballo, y obviamente las bubis nos quedaron excluidas de una operación, hablando de eso... ¿Qué pasaría si se las pincho con un alfiler? ¿Reventarían como un globo o quedaría un huequito?

Mejor busco el alfiler y a investigar, la mire y sonreí malvadamente.

-¿Qué pasa? –Pregunto al ver que le miraba demasiado las bubis.

Salí de mi malvado trance y la mire, recordé de lo que estábamos hablando.

-¿Te negaste? –Pregunte como una estúpida.

-Si tontita, ya te lo dije como veinte millones de veces.

-¿Te negaste? –La expresión de incredulidad que tenía en el rostro se me era imposible de ocultar -¿Con lo arrastrada que sos te negaste?

Me miro claramente ofendida.

Ups, ¿Lo había dicho en voz alta?

-¿Perdón? –Se llevó una mano al pecho en forma teatral.

-Mira querida, si quisiste apoyar la mano en el corazón te informó que está del otro lado.

Rápidamente cambio de lugar la mano y me volvió a mirar ofendida.

-¿Por qué dices eso? No soy ninguna arrastrada, soy una señorita con derecho, orgullo y dignidad –Puntualizo cada palabra con los dedos.

Claro señorita hecha y derecha. Rodé los ojos.

Si te creo y todo, rubia tardada.

-No hablaba de ti, tranquila –Puse mi sonrisa más inocente -¿Te beso? -Pregunte recordando lo que había dicho.

Ya no soy la MISMAHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin