Capitulo treinta y tres.

340 23 3
                                    

- Viniste. - murmura Matthew con la voz débil. - No puedo creer que enserio estés aquí.

Vamos, Summer, respira. Sigue siendo Matthew, solo que... No puedo decirlo, no puedo admitirlo.

- Felicite. - me limito a decir y él asiente. - No tenía ni idea, Matthew. No sabía que tú... - trago algo de saliva y desvío la mirada de él hacia el suelo. Esto no está bien. Esto no se siente bien. - Lo lamento.
- Puedes decirlo, Summer. - Matthew tose un par de veces y mi mirada vuela hacia él, temiendo lo peor. - Estoy enfermo, muy enfermo.
- ¿Cómo pasó esto? Estabas tan bien la última vez que te vi. - pregunto mientras me acerco lentamente a su cama. - Te recuerdo lleno de....
- ¿Vida?
- Energía. - le corrijo, negándome a aceptar lo mal que se encuentra. - Lleno de energía.
- Pues ya ves cómo es la vida: un minuto arriba y al siguiente estas abajo. - explica con tanta tranquilidad que le envidio. Yo comienzo a tener ganas de llorar. - Todo paso repentinamente. Estaba de viaje con el equipo y comencé a sentirme mal. Los doctores no sabían que estaba mal conmigo porque todo parecía estar en orden. - explica, haciendo comillas con los dedos en las ultimas cinco palabras. - Pero a uno de ellos se le ocurrió hacer un examen que reveló la realidad: estoy muriendo, Summer.

Siento un nudo en la garganta y comienzo a negar con la cabeza varías veces. No es cierto, no está pasando esto.

Me arrodillo en el suelo junto a él y examinó cada centímetro de su rostro. Sus ojos están cansados, tiene bolsas oscuras debajo de ellos y está pálido. Su cabello tampoco es el mismo, ya no se ve tan brillante como lo recuerdo. Y la alegría y seguridad que transmitía, han sido sustituidas por tristeza.

Esto no es lo que esperaba ver. Esto no es lo que imaginaba. Pensé que estaba pasando por un mal momento y que tal vez lo vería débil. Pero no imagine escuchar esas horribles palabras saliendo de su boca: estoy muriendo.

Es tan joven. Tiene tanto camino por recorrer. No puede ser posible que todo vaya a acabar ahora.

- Ya, Summer, yo lo he aceptado. - me dice mientras pasa su pulgar por mi mejilla.

Estoy llorando.

Estoy llorando por la misma persona que me propuse olvidar.

- No, Matthew, puedes ver a más doctores. Tal vez tengan otro opinión y puedan...
- Ya lo intentó. - escucho a Felicite decir detrás de mí. - Ha visitado a muchos doctores y todos le han dado el mismo diagnóstico. - ella suspira. - Esta es la realidad.
- Debe haber algo que puedas hacer. - le digo a Matthew. - No puedes solo rendirte y esperar lo peor.
- No hay nada que hacer, Summer. - me responde él con dulzura, como si yo fuese quien se encuentra en su posición. - Estoy en una etapa muy avanzada de...
- No lo digas. - le interrumpo antes de que diga el nombre de su enfermedad y él asiente.
- Quise hablar contigo a penas me enteré, pero...
- Lo sé. - le digo completamente arrepentida por no haberlo escuchado antes. - Lo lamento tanto, Matthew.
- No importa. - susurra mientras coloca una mano sobre la mía. - Ahora estás aquí, eso es lo que importa.

Estoy aquí, pero queda poco antes de que comiencen las clases en la universidad. ¿Cuánto tiempo podré quedarme?

Me siento tan culpable que podría quedarme aquí hasta que suceda el desenlace. Pero mi mente y corazón recuerdan a Aaron. Le prometí regresar. No puedo dejar todo por Matthew de nuevo, eso es algo que me prometí a mí misma. Claro que en ese momento no considere esta situación.

Cielos, no tengo ni la menor idea de qué hacer.

- Porque te quedaras, ¿verdad? - añade Matthew, como si estuviese leyendo todos mis pensamientos.

De pronto, comienzo a recordar todas las veces que Matthew estuvo a mi lado en nuestra infancia. Recuerdo cuando un grupo de niñas me fastidiaban y Matthew me defendió de todas. Recuerdo cuando caí de mi bicicleta y Matthew me llevo en brazos hasta mi casa para luego quedarse toda la tarde cuidándome. Recuerdo cuando enferme y Matthew fue por los medicamentos a la farmacia y se ofreció a faltar a clases solo para quedarse conmigo mientras mis padres iban a trabajar.

Él siempre estuvo allí para mí. Estar con Matthew en este momento tan difícil parece ser lo menos que puedo hacer para retribuirle todo lo que hizo por mí.

- Claro que si. - respondo con una media sonrisa.

Aaron probablemente no esté de acuerdo con esto y Lee, definitivamente, va a odiarme por acceder ante la petición de Matthew. Pero debo hacerlo. Tal vez sean los últimos días que lo vea. Tal vez nunca vuelva a ver sus ojos caramelo, su sonrisa y su rostro. Tal vez nunca más vuelva a escuchar su voz.

- No llores. - me susurra Matthew e intenta levantarse de la cama para abrazarme, pero esta muy débil como para hacerlo.
- Lo siento, yo... Necesito... - siento una mano sobre mi hombro y me vuelvo lentamente. Es Felicite y me está extendiendo un pañuelo. - Gracias. - murmuro. - Necesito hacer una llamada y volveré en unos minutos.

Matthew asiente y, cuando me levanto y giro, veo a Felicite dirigirme una mirada llena de tristeza y comprensión. Ella no me odia, entiende.

Le sonrió débilmente a la joven y luego salgo de la habitación con la vista nublada por las lágrimas. Bajo las escaleras hacia la sala de la casa y saco el celular del bolsillo de mi chaqueta.

Pienso en llamar a Aaron, pero me sorprendo cuando busco entre mis contactos a mi madre.

Timbra un par de veces y luego, la llamada se corta. Secó mis lágrimas con el dorso de mi mano e intento una vez más. Colocó el teléfono en mi oído, espero un par de segundos y, justo cuando comienza a timbrar, una mano me quita el teléfono y me hace girar para abrazarme.

- ¿Mamá?





No me odien. No me odien. No me odien. Por favor, no me odien. 🙈
Ya sé que no quieren que pase esto, pero está pasando niñas :(

Cuando te vuelva a verWhere stories live. Discover now