Capítulo treinta y cinco.

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Una semana pasa y con ella, mis energías van agotándose. Cada vez me siento más cansada y triste, siento un dolor en el pecho que no me deja tranquila, y un nudo en la garganta permanente. 


- ¿Necesitan algo? - pregunta Felicite, entrando a la habitación mientras yo ayudo a Matthew a sentarse. - ¿Ya te traigo el almuerzo, Matt? 

- No tengo hambre. - responde él con la mirada clavada en mi rostro. 


Volteo a verlo y noto como sigue desorientado por el tratamiento que le hicieron esta mañana. Supuestamente debería hacer que se sienta mejor, pero cada vez lo veo más débil. 


- Tienes que comer algo, M. - insisto. - El doctor dijo que necesitas alimentarte. 

- Escucha a Summer, Matt, necesitas almorzar. - me apoya Felicite. 

- Bien. - accede el rubio de mala gana. 

- Volveré enseguida. - dice Felicite. 

- Te acompañaré. - la detengo antes de que salga de la habitación y luego me vuelvo hacia Matthew. - Volveremos en menos de lo que piensas. 


Mientras bajamos las escaleras, Felicite y yo tenemos nuestra típica charla de las mañanas sobre cómo es que vemos la evolución de Matthew. Ambas coincidimos en algo: ningun tratamiento le ha hecho bien. 


- Su rostro se ve gris, ¿sabes? - comenta Felicite mientras sirve en un plato la comida de Matthew. - A penas y puedo ver el brillo en sus ojos. 

- Lo he notado también. - concuerdo con ella y suelto un suspiro. - Ya queda una semana para que deba regresar a Los Ángeles. 

- Lo sé. - dice ella con la mirada perdida. - No tengo idea de qué haremos aquí cuando te vayas. 


En estos días tuve que ayudar en todo: a cocinar, a limpiar, a cuidar de Matthew, a mantener a su madre fuera de la depresión y a Felicite a comenzar a asimilar la situación. 

Deje cualquier rencor contra Felicite de lado y me enfoque en ayudar a todos. Despues de todo, aquí estamos por Matthew, no por nosotros. 


- Nos ayudaste mucho. - añade la joven y me acerco a ella para darle un abrazo. - ¿Volverás cuando suceda? 

- Lo prometo. - le susurro mientras intento disolver el nudo en mi garganta, a pesar de que no he podido lograrlo en todos mis días en Nueva York. - Tomaré el primer vuelo y estaré aquí. 

- Gracias, Summer. - Felicite me deja ir lentamente y me mira fijamente. Tiene los ojos rojos, pero está luchando por no derramar una sola lágrima. - Gracias por apoyarme a pesar de todo lo ocurrido. - añade y se rinde ante el llanto. 

- Hey, tranquila. - pido cuando siento mis ojos nublarse. - Ven aquí. - vuelvo a abrazar a Felicite, quien ha bajado mucho de peso desde que nos conocimos a causa de toda la preocupación y de los días que estuvo sin comer por centrarse solo en Matthew. 

- Lo siento, lo siento, sé que acordamos no llorar. - se disculpa, todavía temblando entre mis brazos. - Pero no puedo evitar pensar en ese día y, ahora que he compartido tiempo contigo y la familia de Matt, me atormenta la idea de que me quedaré completamente sola. 

- No, no, Felicite, no digas eso. - me alejo unos centimetros de ella para verla a los ojos y le dedico una media sonrisa. - Te prometeré una cosa, ¿bueno? - la joven asiente. - Pase lo que pase, siempre podrás contar conmigo. 


Tal vez esté loca, tal vez mis amigos consideren que esto es lo más descabellado que he hecho, pero luego de haber pasado tiempo con Felicite, le he tomado cariño. Ella no es una mala persona, no es quien había pintado en mi cabeza, y si pudiese hacer algo, haría que este dolor pase. 

Pero, dado que es imposible remediar la situación en la que estamos envueltos todos aquí, lo único que puedo hacer es ofrecerle mi amistad. Lo único que puedo hacer es ofrecerle mi amistad a quien una vez fue mi rival, a quien una vez me odio, a quien una vez culpé por separarme de Matthew. 


- ¿Enserio? - pregunta ella, incrédula. 

- Te lo prometo, Felicite. 


Al regresar con Matthew, Felicite decide ir a su habitación para calmarse antes de poder entrar a verlo, por lo que termino llevándole el almuerzo yo misma. Le ayudo a comer, conversamos un poco y luego enciendo la televisor para que se distraiga un rato. 

Mientras él ve en silencio una película de Tom Cruise, comienzo a pensar en el miedo que Felicite tenía: quedarse sola. Tal vez yo tenga a Aaron esperandome en Los Ángeles, pero no puedo evitar sentir miedo por el día en el que Matthew nos deje. 

Sé que mi relación con él ha quedado en el pasado y que ahora tengo una que me hace inmesamente feliz. Pero, como dijo Felicite, Matthew fue mi primer amor, mi primer novio, mi primer beso. Matthew y yo tenemos una historia larga, bonita y que, en su momento, creí que sería eterna. Que cada doctor que visitemos nos diga que él va a dejarnos no parece real y supongo que jamás podré aceptarlo. 

La pregunta es:

¿Podré soportarlo? 





Nuevo capítulo luego de mucho tiempo. Les contaré la verdad: los ojitos se me llenan de lágrimas mientras escribo cada capítulo y no me siento preparada para el desenlace. 

¿Qué piensan ustedes? ¿Están listas? 

Les mando muchos besos! 

Cuando te vuelva a verWhere stories live. Discover now