Capítulo 01

297K 17.9K 3.6K
                                    

Blake Armstrong

«¿Acaso hay una diferencia?»

Pienso al suspirar.

Me siento desolado y el vacío que noto cada vez es más grande. Él hace eco en mi cabeza y desvanece mi energía para seguir al mando.

A estas alturas jamás creí sentirme desahuciado, tal vez, desesperado por mi corazón y cuerpo que solo se arrastra con el objetivo de que las cosas no sigan hundiéndose.

Lo que mis padres construyeron se derrumba con rapidez porque ya nada tiene sentido, no obstante, por qué.

«Me dijiste que siguiera adelante, ¿pero no es arrogante cuando se lo dices a un niño?»

Ya no hay nada por lo que deba seguir avanzando como rey y hombre lobo. Me he quedado solo en mi encierro y a la deriva en este mundo terrible.

Me pongo de pie con el objetivo de retomar el camino hacia el balcón de mi oficina y cuando la brisa acaricia mi rostro cierro los ojos a fin de hallar paz con la finalidad de esfumar aquellos pensamientos que logran agotarme, pero es imposible. Un Alfa jamás va a encontrar la tranquilidad necesaria para vivir con libertad, no cuando el pasado sigue presente.

Ante mis ojos hay una noche oscura de invierno en mis territorios, Luna Llena es en donde está la residencia del rey, mi castillo. Luego se encuentran Nueva Visible, Menguante, Gibada y Creciente. Esas zonas son dirigidas por Alfas del Concejo, quienes yo elegí para supervisar y traer las quejas de mis súbditos.

Noto que los copos de nieve han cubierto las ramas de los árboles de la mansión, dejándolos blancos. Hasta cierto punto mi atención estaba en las preciosas vistas de un panorama frío y congelado, pero, a lo lejos, puedo oír que alguien se dirige hacia mi oficina, por lo que espero con paciencia.

Supongo que su aroma me recuerda a un viejo amigo, alguien cercano y risueño, mi Beta. Sin embargo, los años y las diferencias nos volvieron indiferentes a nuestra amistad.

Se trata de una caminata silenciosa en medio del bullicio de los empleados del castillo.

—Pasa, Isaac —Me apresuro a su llamado a la puerta y luego agrego—; ¿Qué te trae por aquí?

—Su gracia, venga al salón. Es algo importante —farfulla.

Su desesperación no me permite preguntar de qué se trata, porque él desaparece de mi vista en un abrir y cerrar de ojos. Al menos, este pequeño contacto con alguien del pasado hace que una curva sutil se asome en la comisura de mis labios.

Y, sin más dilación, salgo de la oficina cerrando las puertas. Tal vez, me siento inquieto por sus emociones que me obligan a templar. Supongo que las feromonas¹ de los hombres lobo a estas alturas logran alterarme gracias a mi afinidad con ellos porque soy su rey. Todo a mi alrededor hace ruido, incluso sus presencias me agitan. Ya no puedo mantenerme cuerdo, un rey loco de puertas para adentro y alguien hostil según los demás.

Entonces el aroma a chocolate y menta se presenta ante mi olfato, haciendo que apriete con fuerza la mandíbula, al igual que el pomo de la puerta. Mi corazón se acelera y la ansiedad me genera un nudo en el estómago.

«Eres tú.»

La mirada cristalizada me produce esperanza y la razón de tenerla aquí calma los pensamientos ruidosos.

Mi lobo lloriquea por la alegría de sentir a su mate² cerca. A lo que salgo rápido hacia el lugar en donde está mi Beta, Isaac.

El mundo da vueltas en cámara lenta y la mirada de sorpresa de los empleados al voltear a verme me genera nerviosismo, ellos no desaparecen como suele suceder, solo observan mi perdida de cordura mostrándose atónitos por mi reacción.

The Alpha © NUEVA VERSIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora