Capítulo 03

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Amber Foster

Me giro en el lugar sintiéndome desorientada.

El panorama desierto produce escalofríos. A cambio, me abrazo a mí misma mientras camino en sentido recto, sin ser capaz de ver algo más que no sea la oscuridad.

«¿Qué es este lugar?»

—¿Eiden? —Hablar con él me tranquiliza, pero en estos momentos nuestra conexión se percibe inestable. —Estoy asustada —confieso.

Es imposible no ahogarme en un vaso de agua cuando la oscuridad me atemoriza.

—Amber.

—Alguien está llamándome —digo asustada, buscando a la persona que dijo mi nombre.

—¡Amber!

La preocupación logra agitarme y los recuerdos del abandono empiezan a ponerme ansiosa.

—¡Eiden! —grito con fuerza—. No me dejes... por favor.

Sin embargo, un líquido espeso se desliza bajo mis pies llamando mi atención y el pulso se acelera cuando me percato de que se trata de un charco de sangre.

Respiro con dificultad.

No me atrevo a voltear porque sé que va a partirme el corazón lo que hay detrás.

—Voltea.

Sentir que susurran en mi oído me deja sin aliento, por lo que, en cámara lenta, me giro. Y, en el momento que lo hago, me cubro la boca aterrorizada.

Ver a Katherin e Isaac ensangrentados con la mirada perdida hace que pierda el equilibrio cayendo en la laguna de sangre.

—¡Tú solo corre, Amber! ¡No te detengas!

—¡No!

Mi respiración es agitada. A su vez, busco con nerviosismo el despertador, el cual marca las 17:00 p.m.

Suspiro al abrazarme a mí misma mientras me consuelo por haber tenido aquella pesadilla espeluznante.

«He dormido de más.»

Toco la frente con cuidado. Ella está sudorosa y el asco de sentir el cuerpo acalorado me es pura incomodidad.

Me siento en la cama con el objetivo de empezar a prepararme a fin de asistir a mi cena de cumpleaños.

Observo el reflejo en el espejo dándome cuenta de que me encuentro pálida.

—Es solo un sueño... ¿Verdad?

El hecho de que las pesadillas sean más frecuentes me produce dolores de cabeza. No comprendo su origen, sin embargo, mis dudas crecen cada día y no obtengo las respuestas que necesito para calmar esta ansiedad que me persigue.

Me siento fatigada desde niña como si me hiciera falta algo o alguien.

Estoy segura de que no siempre fue así, de hecho, recuerdo que antes de que mis padres biológicos me botaran como basura, me percibía en calma a pesar de la presencia fastidiosa del demonio que tengo a mi lado.

—Eiden... —susurro, porque la idea de que ya no responda me atemoriza—. ¿Me alcanzas la toalla? —suspiro volteando para ver mi habitación.

"¿Por quién me tomas? ¡Mueve el culo! Yo no soy tu sirviente personal."

—Qué alivio —me toco el pecho sintiéndome agradecida—. Solo estaba bromeando.

"¡Ya! Vete a bañar."

The Alpha © NUEVA VERSIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora