Dolor

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CAPÍTULO XVIII

Misael se encontraba tomando desayuno tranquilamente mientras leía un artículo muy importante para él, esa mañana se encontraba más animado que de costumbre, actitud que extraño a las empleadas de la casa y también a su esposa Isabel, quien no dejaba de mirarlo de reojo y como ella lo conocía bien podría deducir que alguno de sus planes o proyectos había salido más que bien.

El hombre bebía tranquilamente de la tasa de café que la empleada de confianza le servía

_muchas gracias Seraphina_ comentó el hombre con una voz apacible, la joven de cabellos plateados se sorprendió por la amabilidad del señor de la casa

_esposo, ¿Qué es lo que te tiene tan contento?_ pregunto la mujer en casi un susurro

_que acaso uno no puede estar feliz

_no, no me refiero a..._ la mujer levanta la vista al notar que su hijo Kardia venía con su hermano Milo, ambos se incorporaron al desayuno familiar_ oh, bueno días hijos_ saludo amablemente

_buenos días_ respondió Kardia de mala gana mientras Milo no articulo palabra alguna.

Ambos muchachos mantenían una mirada vacía y triste, desde hace dos semanas que actuaban de esa forma, ninguno reía o hacia bromas ni mucho menos salía a tomar el aire por su propia cuanta.

Milo había vuelto a internarse en su habitación, en donde tocaba melodías en piano llenas de nostalgia y tristeza, solamente salía de aquella habitación para desayunar o almorzar, se dormía temprano y no hablaba con nadie de la casa solo con su hermano mayor, Kardia.

El muchacho se quedaba todo el día recostado en aquella cama y no hacía más que mirar la ventana que daba al jardín, una que otras veces tomaba un libro y leía la primera página para después terminar arrojándolo por la ventana, sus días de esas dos últimas semanas habían empeorado, sentía que todo el mundo era gris, y peor aun estando en esa casa, en donde a nadie le interesaba que le pasaba, su madre tocaba la puerta de vez en cuando para preguntarle si deseaba acompañarla a ver a alguna de sus amigas y a sus hijas.

El muchacho la dejaba hi sin responderle nada, la mujer terminaba por irse diciéndole que se divierta. Divertirse, como podía decirle aquello, como rayos iba a divertirse estando en ese maldito cuarto y en una silla de ruedas imposibilitado de caminar, y si salía a la calle ¿con quién lo haría?, quien querría caminar con él y hablar de cosas interesantes, quien le regalaría un poco de su tiempo, nadie, esa era la respuesta, jamás encontraría a otra persona que le devolviera la alegría y ganas de seguir viviendo, jamás encontraría un remplazo para Camus, lo único que le quedaba era aferrarse a los recuerdos de los buenos momentos.

Kardia era más callado, en el desayuno lo único que atinaba a decir era "buenos días" y "hasta luego", afortunadamente él no tenía que quedarse encerrado en la casa ya que tenía que estudiar, las clases para él se habían vuelto la cosa más aburrida del mundo, otra vez había empezado a odiar esa carrera de medicina que le habían impuesto sus padres, ya no le interesaba si aprobaba o no, había descuidado la mayoría de cursos, toda la mañana se quedaba observando el asiento vacío del peli verde, desde hace dos semanas que no lo veía, el profesor Aspros le comento que el chico se había cambiado al turno de la tarde, aquello le había destrozado el corazón, nunca entendió porque decidió alejarse y no verlo, lo extrañaba tanto y estaba preocupado por la salud del otro, pero había decidido que respetaría la decisión del otro, ya que en una ocasión fue a verlo en la biblioteca y este solo se mostró agresivo pidiéndole que no vuelva a acercarse y se olvidara de él, sin embargo por más que lo intentara no lo conseguía.

Déjame curar tus Heridas con "el fuego de mi corazón"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora