Noveno Escalón

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Desperté en una habitación que no era la mía, pero que conocía, no era la primera vez que despertaba aquí. La diferencia es que cuando lo hice la primera vez pensé que me habían secuestrado y hoy estaba aquí por mi propio pie, recodando todo lo que pasó la noche anterior. Me siento un poco avergonzado, pero también era normal, ya que fue mi primera vez.

Giré mi cabeza, deleitándome de su belleza, su torso desnudo cubierto por mis brazos y su rostro apacible y sereno. Me incorporé un poco, pudiendo ver mejor su cara. Deslicé mi dedo índice por lo largo de su nariz, siendo divertido ver como gesticulaba por el cosquilleo de mi dedo. Reí por lo bajo, pero la sorpresa fue mía cuando besó mis labios y sonrió al ver la cara que se me debió de quedar.

— ¿Estabas despierto todo el tiempo? —inflé mis mofletes indignado.

— Mucho antes de que despertaras —golpeé su pecho por haberme engañado—. No te enfades, no quería despertarte, te veías tan lindo durmiendo.

— ¿Y lo de ahora? —fingí enfado.

— Lo de ahora me parecía mucho más lindo.

— Pues ya no te despertaré más de esta forma —bufé e hice el intento de levantarme.

— Oh, claro que lo harás —agarró mi cintura, tumbándome y subiéndose encima, haciendo cosquillas por mis costados mientras yo reía como foca asmática.

— ¡No, para! —me retorcí en todas direcciones— ¡¡Para!! ¡Que me muero! ¡M-me quedo sin aire! —se detuvo sin apartar sus manos y comprobó que era verdad, me estaba ahogando con tantas cosquillas.

— ¿Tienes hambre? —me preguntó sin borrar ni un sólo segundo la sonrisa con la que había despertado. Asentí— Bien, vamos a desayunar —besó nuevamente mis labios y se levantó cogiendo algo de ropa del armario.

Yo lo imité, pero cuando me puse de pie sentí que algo no iba bien— Jimin —lo llamé.

— ¿Qué pasa? —se me quedó mirando, esperando mis palabras.

— Me duele el culo —comenzó a reírse a carcajadas, hasta estaba llorando. Qué insensible—. No es gracioso, me duele —hice pucheros llevando mis manos a mi culo, masajeándolo para ver si el dolor desaparecía.

— Lo siento, lo siento —apartó mis manos, sustituyéndolas por las suyas, masajeando suavemente—. ¿Mejor?

— No, mejor déjalo —quité sus manos—. Terminarás calentándome.

Rió posando un beso en mi frente, cogió mi camiseta y me la puso— Se te pasará —guiñó un ojo—. Anda, ve a ducharte. Te espero en media hora en el portal, también iré a ducharme.

Asentí y salí para ir hasta mi piso, al abrir la puerta me vi a una madre enojada, con sus brazos en jarra y su cara roja a punto de echar humo; una especie muy conocida en cada vivienda, si no tienes una, siéntete afortunado.

— ¡¿Dónde has estado, Jeon JungKook?!

— Dormí en casa de un amigo.

— ¡No me avisaste!

— Lo siento —musité rodando mis ojos por el lugar.

— ¡Qué no se vuelva a repetir, jovencito!

— No lo haré —levanté mi mano en juramento y tan rápido su cara cambió a una más calmada, salí corriendo hasta el baño.

— ¡¿Y ahora a dónde vas con tanta prisa?! —gritó a lo lejos.

— ¡Voy a salir! —grité desde el baño.

— ¡¿Salir?! ¡¿Tú?! —no respondí, tampoco hacía falta, mejor que nadie sé que le emociona que yo haya dicho eso por primera vez en mi vida. Quizás ahora estaría llorando de la emoción, sí, exagerado, pero es una madre, no hay nada más exagerado que eso.

Sólo Vecinos [JiKook]Where stories live. Discover now