LA BIBLIOTECA

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Caminamos varias calles hasta que el museo se perdió de vista. Aprovecharía y leería algún libro sobre faraones, quizás sería de mi agrado. Cuando llegamos el hombre me dejó en la entrada de un edificio y se marchó. Entré ya que la puerta se encontraba abierta, en el interior reinaba un silencio absoluto, traté de recordar el nombre del hijo de Zaid pero no pude.

-¿Como dijo que se llamaba?.
-Pensé en voz alta. -¿Anil?...no, no era así, ¿Asil?....no, ay Nadia pero que tonta eres cómo pudiste olvidarlo.

-Akil. -Dijo una voz calida detrás de mí.

-Sí, eso mismo, Akil. -Me di la vuelta comprendiendo que no era yo la que había hablado, sino una voz masculina. Me topé de frente con el muchacho más encantador y apuesto del universo, o al menos fue mi primera impresión. Alto, contextura delgada, cabello negro, ojos color verde olivo, piel canela, indiscutiblemente el hijo de Zaid. Él sonrió mostrando sus perfectos dientes blancos, sólo me quedé observándolo anonadada sin decir nada.

-¿Estás bien? -Consultó tratando de descifrar lo que encerraba mi mirada.

-Ah, ah qué. -Me sonrojé apenada.

-Debes de ser Nadia la hija de Jonathan. -Afirmó.

-Sí, tu padre me pidió que viniera y te pidiera un libro sobre la Reina de Saba, el que él escribió.

Akil me guió hasta un amplio salón donde se extendían varios estantes todos llenos de numerosos libros. Se subió a una extraña escalera movediza, no tardó más que un minuto en encontrarlo.

-¡Wow! Esta biblioteca es fabulosa.

-Lo sé, nuestra familia ha invertido mucho tiempo y dinero en formarla. Aquí puedes encontrar escritos invaluables, muchos coleccionistas han hecho grandes ofertas por algunos de estos ejemplares y mi padre siempre las ha rechazado. Lo que ves aquí son libros que han pasado por diversas generaciones y que pronto tendré el deber de continuar.

-Me encanta leer. -Fue todo lo que agregué.

-Tu padre tiene mucho ingenio a la hora de escribir ¿No crees? Me extraña que no hayas leído el libro con anterioridad.

De nuevo me sentí avergonzada, jamás había leído un libro de Jonathan, pero él no tenía que saberlo.

-Sí, mucho ingenio. -Respondí con una sonrisa a medias.

Me señaló una mesa, me apresuré a tomar asiento, después de que Akil generosamente, jalara la silla.
-Puedes leer el tiempo que quieras, ¿Deseas otro libro?

-Alguno que hable sobre los faraones en general por favor.

-Tengo el indicado para tí.

Se ausentó unos segundos, regresando con un libro de portada gastada y tamaño familiar.

-Éste te gustará vas a ver.

Se alejó, lo seguí con la mirada y me pescó viéndolo.

-Tengo que terminar de acomodar unos libros, estoy reubicando la biblioteca, vendré luego a acompañarte con la lectura, ¿Te parece?

-Claro. -Contesté, dejándome sola.

Abrí el libro y me di cuenta que papá me lo había dedicado, la dedicatoria decía: -"A mi hija Nadia Oliver, tu eres la reina de mi corazón". -Entré en estado de shock, porqué nunca me dijo nada, o me regaló el libro para que lo leyera. No entendía por qué aquel hombre al que consideraba ajeno a mi vida me dedicaba un libro, ¡A mí! Continué hasta llegar a la introducción, no sé qué ocurrió pero la lectura fue tan amena que no paré de leer, me fascinó aquella mujer, su dominio y grandeza que la llevaron a conocer a un rey tan poderoso como Salomón, no me di cuenta de la hora, hasta que Akil vino a buscarme.

-¿Cómo va la lectura? -Quiso saber.

-Fascinante, no sabía que Jonathan escribía tan bien.

-Es decir que ¿Es el primer libro de tu padre que lees?

Recordé cuando mamá me decía que toda mentira caía por su propio peso.

-Sí, te mentí, jamás he leído un libro suyo, no nos llevamos muy bien.

-Me doy cuenta, lo llamas por su nombre. Sin embargo, te incluyó en la dedicatoria.

-Lo hizo. -Reconocí sin ganas.

-Tengo una hipótesis, ¿Quieres escucharla?

-Adelante soy toda oídos.

-Creo que tu papá te ama pero no sabe cómo expresarlo. Sus constantes viajes te han alejado de él pero aún así te tiene presente y por eso te dedicó el libro.

-Suena lógico.

-No lo juzgues tan duro, por experiencia sé que a veces a los hombres se les dificulta comunicarse con sus hijos y más si son mujeres.

-Sí, eso creo.

Akil notó que yo no quería entrar en detalles así que cambió de tema y me preguntó: -¿Ya ojeaste el otro libro?

-No, la verdad no he parado de leer este, es muy interesante, y es mucho decir de mi parte.

-Me alegro que te gustara, puedes regresar luego y empezar el otro, si quieres puedes llevarte el de Jonathan pero que papá no se entere, no permite que ningún libro salga de la biblioteca.

-No te arriesgues, mañana volveré a continuar con la lectura, si te parece.

-Ummm, creo que mañana no será posible, iremos a mostrarle a tu padre la pirámide, espero que nos acompañes.

-Sí, sí que lindo, ver una pirámide igual a las demás, suena estupendo. Además del endemoniado sol, escorpiones, arena metiéndose por todos lados, que emocionante.

-No heredaste para nada el espíritu de aventura de tu padre, eso es evidente.

-¿Y es malo?

-No señorita Oliver, pero venga con nosotros, personalmente le daré un recorrido por la pirámide, es un viaje largo, así que vaya preparada.

Mis ojos brillaron, claro que me gustaría que Akil me mostrará las pirámides que quisiera, todo lo valía con tal de estar a su lado. Mis amigas se volverían verdes de la envidia al saber que conocí al chico más guapo de todo El Cairo.

NAPKANAJI (El Secreto De La Pirámide De Saba)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora