A la hora del almuerzo todos se reunieron. Conoció más gente de la que vio a en la mañana.
-Murasakibara se lució- dijo Kise Ryōta.
-¿Donde esta?- cuestionó Midorima.
-Tatsuya le llamó y regreso a Tokio- dijo Seijūrō.
-Ya veo. De seguro se le antojo algo a mi hermano- dijo Taiga.
-Es posible. Sino es que entró en labor- dijo Tetsuya.
-Nos hubiese dicho- dijo un pelinegro.
Kōki se sentía fuera de lugar. No conocía a nadie. Pronto de escabulló, algo que fue fácil ya que no le ponían atención; se dirigió al jardín y acarició el arbusto de fresas.
-¿No tienes hambre?- cuestionaron detrás de él.
-Me ha asustado, Akashi-san- respondió tocándose el pecho -No quería entrometerme.
-No lo estabas haciendo- dijo sentándose en el césped junto al castaño.
-Si usted dice- dijo avergonzado.
-¿Qué edad tienes Kōki?- preguntó.
-27- respondió.
-¿Enserio? No lo parece- creía que era menor.
-Escucho eso a menudo ¿Usted?- preguntó curioso.
-32, pero no me trates de usted. Me haces sentir anciano, dime Seijūrō- dijo sonriendo.
Sospechaba la edad. Vamos y como no, sí era todo un Adonis. Tenía el cuerpo marcado y cuando caminaba sus músculos se marcaban en la ropa y ni se diga de esos grandes glúteos...oh no... -No podría- dijo sonrojado.
-Inténtalo- ordenó.
-Se-Seiijuuroo-san- dijo avergonzado.
-Fue fácil- y, sí que le gustó que lo llamara por su nombre, su pene se había erguido al escuchar su nombre proviniendo de esos delgados labios.
-Algo- susurró avergonzado -Será mejor que me marché. Así llegare a tiempo a Tokio-.
-¿No que le faltaban varios días?- cuestionó.
-Confió en que estarán bien- respondió.
-Ahora soy yo quien no confía... ¿oh será que me usaste pasa salir de tú casa?- cuestionó.
-Oh no, claro que no- respondió inmediatamente -No piense eso. En verdad confío en que estén bien.
-Bueno, pues quédate hasta que vea que estén bien- demandó.
-Es-está bien- aceptó bajo presión.
-Bien- se levantó y sacudió el pantalón -Vamos, te mostraré algo- extendió su mano. El castaño tomó la mano que le ofrecían, se levantó y siguió al pelirrojo.
Caminaron por 10 minutos, al llegar al complejo abrió la puerta y dejó ver al castaño.
-Caballos- dijo alegre. Era un pequeño establo con apenas 4 caballos.
-¿Te gustan?- preguntó.
-Son hermosos- dijo viendo a una yegua y su potro.
-Pues hoy vamos a montar- dijo tomando una de las sillas de montar.
-No sé. Nunca he montado- respondió.
-Joder- pensaba mientras por su mente Kōki lo montaba y se auto-penetraba -No te preocupes, yo te enseñare- dijo mientras colocaba la silla a su caballo favorito. Lo ensillo y lo hizo caminar hacia la salida. Tomó la mano de Kōki e hizo que lo tocara -No te hará nada. No tengas miedo.
Kōki, con más seguridad, acarició al caballo. Era tan blanco, siempre los veía en la televisión pero jamás imaginó llegar a tocar uno y ahora estaba tocando al caballo más hermoso -¿Cómo se llama?- preguntó.
-Ringo- respondió con una sonrisa, el castaño parecía niño pequeño. Después de varios minutos y que Kōki mimara a Ringo -Es hora.
-¿Eh?- de pronto sintió que era levantado.
-Sujétate- ordenó sentándolo de lado -Montale, te estoy sujetando-.
Pasó su pierna izquierda y se montó correctamente. Esperaba a que el pelirrojo jalará el caballo por lo que nunca se espero fue que se montará detrás de él -¿A-akashi-san?- estaba avergonzado podía sentir el cuerpo firme detrás de él y algo por sus glúteos.
-No pasa nada, tranquilo- le susurró al oído -¿Traes algo para sujetarte el cabello?
-N-no- jaló paso su cabello hacia enfrenté y rápido se hizo una trenza -Listo.
-Sujétate de la montura- dijo pasando sus manos alrededor de la cintura para tomar las riendas y ordenó al caballo moverse.
Sentía su corazón latir rápidamente y el calor corporal que el mayor le brindaba en su espalda. Su rostro debería estar tan rojo como un jitomate o como el cabello de Kagami.
Sonrió al percatarse del rojo remolacha que se había tornado en las orejas y cuello del castaño. Eso demostraba que no le era indiferente... Le mostraba la flora y fauna del amplio terreno, incluso el riachuelo que tenía que atravesar para subir a un peñasco. Cuando llegaron su destinó, bajaron del caballo y caminaron unos metros, pues el caballo no podía subir más.
-Es hermoso- exclamó. La casa y todo el pueblo se podía observar.
-Es mi lugar favorito- comentó.
-¿Enserio?- preguntó feliz.
Se quedó mirando la hermosa sonrisa, se perdió en esos ojos chocolates y se aproximó.
Kōki sintió unos labios acoplarse con los suyos y en vez de alejarse respondió al beso mientras cerraba los ojos. Seijūrō delineó sus labios con la lengua y le dio acceso a su cavidad bocal, exploró cada rincón de esa deliciosa cavidad.
-Aghh... Mnghgg- de pronto sintió como su labio era mordido, unas manos recorrían su cadera y bajaban a su espalda baja. Se asustó y se separó -Lo siento. Será mejor que regresamos- dijo desviando la mirada y comenzó a caminar hacia el caballo.
Seijūrō observo que el castaño se alejaba, soltó un suspiro y lo siguió. Nada más le había tocado la cadera y se separó.
Su mente era un revoltijo mientras regresaban a la caballeriza. No debió permitir que lo besara. No debió responder. El pelirrojo quería llevarlo a la cama y no sabía qué hacer. Admitía que deseaba al pelirrojo, pero no solo de compañero de cama de un día sino de algo más y eso no era lo que el pelirrojo tenía en mente.
Bajaron del caballo y luego se dirigieron a la casa -¿Tetsuya?-.
-Sei-chan- gritó un pelinegro y se abrazó al pelirrojo.
-Reo al fin llegas- dijo el pelirrojo.
A Kōki se le estrujó el corazón, sin que se percataran se dirigió al jardín y se sentó junto a las fresas. Sentía un nudo en la garganta.
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Deseo (AkaFuri)
FanfictionAkashi Seijūrō, un importante multimillonario, viaja a un pequeño pueblo en búsqueda de rosas pero no solo encuentra las rosas, sino a un doncel que logra cautivar sus instintos más privativos y hará lo que sea por tener joven angelical gimiendo su...