Un poco más.

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Narra Azahara, la protagonista. 

Salimos de ese cuartillo extraño los dos sonrojados y yo dejo pasar a Pablo delante para seguir su paso. Sonríe y se revuelve incómodo, sé que tiene ganas de enseñarme la respuesta y yo más de verla. Lleva las dos bolsas con los pedidos del McAuto y cuando estiro de una de ellas para agarrarla y para que no tenga que llevarlas él se limita a sonreírme mientras niega con la cabeza. Yo asiento y me quedo detrás de él, mientras pongo dos dedos en su espalda, para que sienta que estoy aquí, para sentir que está aquí. 

-Vale, ahora sí, tu sorpresa. -Dice levantando los brazos en horizontal, yo los sigo con la mirada y estamos delante de un precioso barquito. Tiene un volante y unos asientos, aunque delante hay una gran superfície y hay dos toallas, supongo que las habrá cogido del puesto. Yo me llevo las manos a la boca mientras pongo expresión de O, como hago siempre que algo me sorprende y me gusta a la vez y abro tanto los ojos que hasta me duelen. Pablo sonríe mientras se rasca la coronilla y yo me giro para darle un beso, pero no quiero que nadie nos vea así que le doy un abrazo fuerte y susurro en su oído. 

-Gracias por ser así, por los detalles, por todo. Gracias, mi chico barbita. - Y beso su mejilla suavemente. Las lágrimas amenazan con desbordarse pero no lo permito. Yo recuerdo que me costaba muchísimo llorar y ahora, desde que conozco a Pablo, he llorado más que en toda mi vida, pero he llorado de alegría. - Lo mejor de ti no es que me hagas feliz, es que me enseñas a serlo. -Pablo sonríe mientras muerde su labio inferior. Sé que se aguanta las lágrimas, sé que es un pequeño llorón, pero también sé que esa parte sensible y humilde de él hacen que me guste todavía más. 

Nos subimos al barco y Pablo arranca el motor. Yo me siento en el pequeño sillón, detrás de él mientras veo como sus músculos se tensan y se agrandan cuando hace fuerza con el volante. Cuando llegamos a mitad del mar, después de casi diez minutos en los que hablamos de las veces que hemos subido a un barco y con quién, estamos en ese punto donde nadie nos ve pero nosotros vemos a todo el mundo, nos levantamos y estiramos la toalla en la parte delantera del barco y nos tumbamos con las cajas de McDonalds a nuestro alrededor, uno al lado del otro, en silencio, porque a su lado, solo necesito silencio, hasta las canciones suenan en un bonito silencio. 

- Creo que quiero un poco más de sorpresa. -Digo sonriendo bajando la mirada. 

- ¿MÁÁÁS? - Exagera Pablo abriendo mucho los ojos mientras se mete un nugget entero en la boca y yo suelto una carcajada nerviosa. 

- Quiero que me cantes. Por favor. Aquí. -Digo mirando hacia el mar y me doy cuenta de lo pequeñita que realmente soy en comparación con el mundo pero de lo grande que me hace ser mi chico barbita. 

- Vale... -Dice tímido.- ¿Qué te canto? -Pregunta encogiéndose de hombros mientras pega un bocado a su hamburguesa. 

-Lo que quieras, lo que te venga a la cabeza cuando piensas en mí. - Le reto y hace la mueca de una sonrisa torcida. 

- ¿Mía?

- Sí. 

- Enciende las luces en este puerto donde esperas mi barca... Para que regreses, me llenes de sueño y devuelvas mi calma... - Aprieta con fuerza sus ojos y yo agarro su mano. Siento un escalofrío que recorre todo mi cuerpo y me siento realmente enamorada de él y el miedo se apodera de mí aunque ahora mismo solo puedo escuchar como canta "No te olvidaré" y como aprieta los ojos y el entrecejo.- Porque si te pierdo yo no me encuentro...Porque eres parte de todo lo que soy. - Abre los ojos dando por finalizada su obra y yo sigo apretando su mano con fuerza y tardo un momento en darme cuenta  que ya no está cantando. - ¿Ya, no? 

- Sí, venga, es suficiente por hoy. -Digo burlándome de él y me mira desafiante. 

- ¿Suficiente? Contigo nunca hay suficiente. 

- En eso tienes razón te tendrías que poner las pilas. -Digo riéndome a carcajadas y Pablo suelta un gritito de ofendido mientras se revuelca hasta alcanzarme y se sienta encima mío haciéndome cosquillas y yo no puedo dejar de revolverme. 

- Para, para para, para, para, me muero, para. - Consigo balbucear entre carcajadas y Pablo frena de golpe y sin yo esperármelo me da un beso apasionado, lento y sensual. Y caigo en su juego y pronto su bañador está por debajo de sus pies, mi bikini está colgando del volante y las cajas de la comida están desparramadas por todo el barco, con suerte, más de la mitad vacías. Ahora somos uno, y estamos fundidos una vez más, y me siento única y nueva y lo disfruto incluso más que la anterior, ya no hay tantos nervios aunque siga doliendo, y el echo de estar en medio del mar lo hace todo más excitante. 


OscuridadWhere stories live. Discover now