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— Lo trajiste a tiempo. — suspiró tranquila Isabelle dejando de untar algo en la espalda de Alec. — Gracias.

Isabelle no había hablado hasta ahora desde que Rachel llegó con Alec en sus brazos y sus piernas casi para desplomarse, solo se había ocupado de cuidar de su hermano.

Rachel lo único que sabía de esa medicina es que olía muy mal y tenía pinta de ser vómito de mundano. Isabelle se llevó las manos a la nuca tras quitarse el unguento con papel y cerró los ojos con fuerza. — Debería haber ido.

La rubia quiso salir de la habitación por la culpa. Isabelle se echaba la culpa a sí misma cuando era Rachel la que había tenido la culpa de que Alec fuera atacado. Si tan solo no se hubiese preocupado por ella.

La rubia negó con la cabeza para si misma, no iba a dejar la habitación hasta que el pelinegro se levantara, se lo debía. Le debía más que eso.

Y no tendría tiempo para devolverselo cuando cuente que no soy una shadowhunter, pensó Rachel.

— Me quedaré a vigilarlo. — dijo Rachel sin apartar la mirada de Alec.

— No, tú descansa. Ha sido una noche movida y seguro que te ha costado traerlo hasta aquí.— Isabelle se negó apoyando una mano sobre su hombro.

— No. Alexander esta de baja, por lo tanto eso significa que tú estas al mando del Instituto. Confía en mí, Isabelle, no le va a pasar nada. — la rubia la sonrió dandola ánimos.

La castaña dudó pero tras un largo silenció asintió y la sonrió de nuevo. Era extraño tener una conversación normal con una Lightwood, hasta diría que era una conversación empática, pensó Rachel.

— Izzy. — me corrigió. — Prefiero que me llamen Izzy.

Rachel solo asintió y se sentó a un lado de la camilla. La espalda de Alec estaba destapada, con una diagonal de la salsa verde, asi es como la llamaba Rachel. Debe ser algún medicamento manual de shadowhunter, pensó la chica.

Como acto involuntario llevó su mano al cuello de Alec, que estaba girado para poderse apoyar en la almohada y al mismo tiempo respirar, trazó suavememte con el dedo índice la runa que tenía en el cuello. Rachel hubiera dado lo que fuera por ser una de ellos.

Sonrió al ver la cara de Alec sin ninguna preocupación. Era extraño para ella no verle con el ceño fruncido de preocupación.
Se veía tan pacífico dormido.










Alec se despertó. Se giro sobre la camilla para colocarse en una posición más cómoda. Al hacerlo se encontró con Rachel mirandolo fijamente. Se llevó una mano al pecho y respondió a su mirada, le había dado un susto.

— ¿Cómo hemos llegado al Instituto? — preguntó Alec confuso.

— Te demayaste por el veneno de demonio y te traje. — le contestó Rachel encogiendose de hombros.

Alec volvió a cambiar de postura para sentarse sobre la camilla. — ¿Y tú que haces aquí?

— Mirar las paredes, el toque azul claro me gusta. — dijo Rachel sarcástica.

Alec frunció el ceño. — ¿Enserio?

— ¡No, idiota! Estaba bromeando. Me he quedado para vigilarte, has estado dormido dos días.

— ¿Vigilarme? ¿Qué creías? ¿Qué iba a levantarme y salir corriendo? — Rachel no contestó y fue cuando el pelinegro se dió cuenta de lo que de verdad intentó decir. — Estabas cuidandome. — afirmó el pelinegro.

Alec estaba incómodo de nuevo pero esta vez no era por la postura

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Alec estaba incómodo de nuevo pero esta vez no era por la postura. Pensar que Rachel se había quedado dos días por él le hacía sentirse extraño.

Esperaba que la chica fuera algo parecida a él y que se negara a dejar que se notara cualquier sentimiento.
Pero ni él seguía sus reglas. Ella le provocaba algo y no quería averiguar que es lo que era.

— ¿Y la Copa? — volvió a hablar el pelinegro evitando el antiguo tema de conversación.

— La han guardado en tu cajón secreto. — dijo Rachel rodando los ojos. — Supuestamente lo han guardado ahí ya que dicen que para ello necesitarían tu estela y a tí no te la quitarían. Lo irónico es que ellos la tienen.

— Bien. — Alec asintió y se puso en pie.

— ¿Qué haces? — Rachel se levantó junto a él para parar su paso. — No estas en condiciones de hacer nada, acabas de levantarte.

— No hay descanso para los shadowhunters. — contestó Alec serio.

Cualquiera diría que Alec es un bipolar cambia de actitud en un solo momento pero ellos dos habían entendido a que se refería cuando pronunció la palabra shadowhunters con tanta brusquedad.
Rachel no lo era y los dos sabían eso.

— Por cierto, Alec tus padres estan en el Instituto.

— ¿Cómo ha ido todo con su mando? — preguntó el pelinegro, confiado de que eso fuera lo que estaba pasando. En realidad esperaba que contestara con una palabra parecida a desastroso. Así quedaría claro que él estaba cualificado para llevar el Instituto.

— Tus padres no estan al mando, a venido alguien de La Clave ha echar un vistazo por el Instituto y la han puesto a ella. No se cuanto se quedará. — Rachel se levantó para alcanzar a Alec que ya se estaba yendo.

— ¿La Clave?

Ya empezamos, pensó la rubia.

— Si, alguien llamada Lydia. — contestó Rachel sin darle mucha importancia.

— Debo hablar con mi familia, tener a un miembro de la Clave en el Instituto es un prestigio para nosotros. — Alec parecía ensimismado en sus propios sueños.

— No tiene pinta de aceptar muchas sugerencias. — le avisó Rachel recordando cuando la rubia llegó, sin embargo Alec decidió ignorarla.
Lydia se había puesto a mandar nada más llegar al Instituto como si la Clave tuviera el control de todo.
Rachel odiaba a la clave.

No se dio ni cuenta de que Rachel estaba a su lado frunciendo el ceño. Pues a mi no me agrada, pensó la rubia.

Si ya le era difícil interpretar su papel de shadowhunter con ellos ni se imaginaba como sería con alguien de la Clave.
Ni siquiera había podido esconderselo al chico Lightwood.

Demon | Alec Lightwood |Where stories live. Discover now