Entre pasillos [uno]

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[XK]

El pequeño Chan comenzó a llorar a mitad de las compras, incómodo de estar acostado en la misma posición. Soonyoung lo cargó el el cangurero, pero esta vez con la espalda del bebé pegada a su pecho.

— ¿Qué más hace falta? —Preguntó el mayor de los novios.

— Puees... —Minghao desbloqueó su celular, leyendo el mensaje que su hermana le había mandado, hasta que un aviso surgió de la nada—. Oh, no... ¡no!

— ¿Qué sucede?

— Se me acabó la batería —admitió el más alto, mordiendo su labio inferior, apreciando cómo su teléfono moría.

El de pequeños ojos suspiró pesadamente, llamando la atención de Chan, quien le miraba desde abajo con sus brillantes ojos.

— Yo sé lo que mamá compra cuando venimos —dice Junhui con su suave y calmada voz.

Los adolescentes se miraron un minuto, como sintiéndose salvados por la campana. Porque, claro, confiar las compras a un niño de cinco años es lo más seguro del mundo.

Junhui los guió por los pasillos del supermercado, como si visitara el lugar a diario. Minghao y Soonyoung obedecían ciegamente lo que el niño de cabellos miel les decía ya que eran productos básicos que toda casa necesita, como papel higiénico, pasta dental, leche, huevos, cereal...

— ¡Y estas! —Gritó el emocionado niño, sosteniendo sobre su cabeza un empaque de galletas oreo con doble crema.

Minghao estuvo de acuerdo y metió al carrito la caja con ocho paquetes de color azul. Soonyoung ladeó la boca ante aquella compra, pero se mantuvo en silencio.

— ¡Oh, oh! Mamá me compra seis leches de fresa también —pidió Junhui cuando pasaron por la sección de refrigeradores. El más alto de los novios se acercó a donde las leches de sabor—. Esas no, las grandes.

— ¿Las grandes? —Cuestionó Soonyoung—. ¿No es mucha para ti?

— No. Mamá siempre compra las grandes —sonrió, cruzando los dedos detrás de su espalda.

Chan estornudó y acto seguido comenzó a llorar irritado. Soonyoung lo miró unos segundos hasta comprender qué era lo que incomodaba al pequeño.

— Bebé, dame la pañalera, iré a cambiar a Chan —el chino atendió las órdenes de su pareja, aliviado de no tener que ser él el encargado de esa tarea—. Sigan comprando, ya vuelvo —fue lo último que dijo antes de alejarse.

— ¿Por qué te dice bebé si no eres un bebé, Mingie? —Cuestionó el niño.

— Oh...- —el mayor se sonrojó un poco. Realmente era un apodo vergonzoso, pero Soon lo llamaba tanto de aquella forma que se había acostumbrado—. Es porque me quiere.

Junhui analizó la información en silencio, y tras unos segundos, su cara se descompuso en una mueca de molestia y tristeza.

— Mamá y papá antes me decían bebé... pero ya no lo hacen más... ¿ya no me quieren? ¿Ahora quieren a Chan?

— ¡No, no, Junie! —Se agachó a la altura del menor, colocando una mano en su hombro—. Soonyoung hyung me quiere de otra manera...

— ¿De qué manera?

— Pues él y yo... nos queremos como... uh... somos novios así que...

— ¿Novios de los que se dan besitos? —Minghao estaba seguro que se había sonrojado ante aquello, pero en silencio asintió con la cabeza—. ¡Ahh! Son novios como Mingming y yo. ¿No?

— ¿Quién?

— Mingming el de mi escuela —contestó casual, asumiendo que Minghao sabía a quién se refería—. Si ustedes son novios de los de verdad, entonces está bien.

El alto castaño enarcó una ceja ante aquella respuesta, pero soltó una risita enternecida por la imagen mental de su sobrino teniendo un romance inocente con algún niño de su clase. Ming tomó el carrito de compras y junto a su sobrino reanudaron su recorrido por los pasillos.

[...]

Al llegar a los servicios del supermercado, Soonyoung entró a los baños de hombres, con un irritado bebé Chan aún sollozando. Al buscar por todo el lugar se percató de un importante detalle, y acudiendo a la señora que hacía la limpieza ahí preguntó:

— Disculpa, señora, ¿dónde está el cambiador de bebés?

La mujer de avanzada edad clavó su vista primero en el chico castaño, después en la pañalera azul en su hombro, y al último en el bebé en su pecho.

— Lo siento, muchacho, el único cambiador que hay está en el baño de mujeres.

Soonyoung abrió la boca, sorprendido. Hizo una mueca con los labios y frunció el ceño. Eso era discriminación y machismo. Estaba tan ocupado sintiéndose enojado y tratando de hallar una solución, que dio un saltito de sorpresa cuando la mujer volvió a hablar.

— Pero tengo una idea, hijo...

[...]

Soonyoung jamás se había sentido tan incómodo en su vida, mas afrontaba su situación repitiéndose "lo haces por Chan, lo haces por Minghao, lo haces por Chan".

La mujer de la limpieza lo había acompañado amablemente hasta el baño de mujeres, y explicándoles la situación a las pocas presentes, le permitieron a Soon cambiar a Chan dentro de esos baños. La situación era comprensible hasta ese punto.

El problema eran las señoras (entrometidas) que le miraban fijamente, juzgando la técnica con la que cambiaba al bebé azabache y hasta le "aconsejaban".

— Debes limpiar entre las piernas o se rozará.

— ¿Le pondrás pomada o talco?

— Primero lávate las manos, hay muchas infecciones.

— ¿Estás seguro que ese pañal es de su talla?

Soon suspiró con una sonrisa incómoda y se siguió repitiendo "lo hago por Chan, lo hago por Minghao, lo hago por amor".

[...]

En la ausencia de Soon, en el carrito de compras fue introducido un paquete de paletas de hielo, dos gelatinas sabor uva, tres embaces de yogur de zarzamora, dos barras de chocolate blanco, una bolsa de frituras de queso.

— Y un nuevo juego de té —dijo Junhui cuando pasaban por la sección de juguetes.

Minghao pensó para sí: "Jun cree que de verdad soy tan iluso como para creer eso de que en verdad necesita ese juguete. Que tierno, se lo compraré sólo porque se ha portado bien", mientras metía el juego de té al carrito.

Al supermercado. [SEVENTEEN]Where stories live. Discover now