Capítulo XI

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     Las puertas mecánicas se abren frente a nosotros, dándonos libre acceso a una habitación que está sumida en completa oscuridad. Y dado que la agente Lawler no pretende dar un solo paso al frente, Diamond y yo nos damos el valor de seguir avanzando hasta que la oscuridad nos cubre por completo. Las puertas se cierran, causando así que las colas de Diamond se iluminen con un tenue resplandor de color azul que nos brinda la luz necesaria para poder mirarnos mutuamente.

Estamos totalmente solos en este sitio.

— ¡Hola! ¿Hay alguien aquí?

Mi voz resuena en las paredes y se propaga con el eco que hace más que evidente que este sitio es más grande de lo que parece.

La única respuesta que consigo es que una luz se encienda a pocos metros de distancia, iluminando lo que parece ser una mesa de cristal en el que alguien ha dejado mis Pokebolas colocadas en una bandeja de plata.

— ¡Oigan! ¿Qué es lo que tengo que hacer?

Diamond, receloso, salta hacia la mesa y le da más intensidad al resplandor de sus colas. Sin embargo, la oscuridad sigue siendo total.

Una voz mecánica brota desde alguna parte.

—Bienvenida, señorita Crown. En estos momentos se encuentra en la arena donde tendrá lugar la última prueba. ¿Se encuentra en óptimas condiciones para participar?

—Sí.

Silencio.

¿Por qué siento que esto no terminará bien?

La voz aparece de nuevo.

—Por favor, elija tres de sus Pokebolas.

¿Sólo tres? ¿Por qué?

Diamond no se aparta en cuanto yo estiro la mano para obedecer las órdenes, así como me encargo de enjugar los últimos rastros de lágrimas que aún cubren mis ojos. No necesito pensar cuál será mi elección.

Vaporeon, Blastoise y Omastar.

Estoy lista.

—Por favor, camine hasta la marca.

En cuanto la voz se apaga, un camino de luces de color azul me conduce hacia esa plataforma del mismo color. Y al posar mis pies sobre ella, un muro de cristal blindado se cierra justo detrás de mí. Diamond se ha quedado del otro lado. El sobresalto ha contraído sus pupilas y lo ha obligado a echar las orejas hacia atrás, así como sus colas se preparan para lanzar el impacto definitivo.

Tengo que intervenir.

—No, Diamond.

Él me mira con toda la ira que posee en su pequeño corazón.

— ¡Déjame ir contigo! —dice—. ¡Podría ser peligroso!

Yo niego con la cabeza.

—No. Somos nosotros quienes debemos tomar esta prueba. Todo estará bien.

— ¿Y qué pasa si no?

—Confía en mí, maldición.

No le queda más opción que obedecer, a pesar de su pelaje erizado y del destello asesino que aún brilla en sus ojos.

Frente a mí, las luces continúan apareciendo a lo largo de lo que pareciera ser un campo de futbol americano. Al otro lado, de pie sobre una plataforma similar a la mía, se encuentra la silueta de otra persona. La única clase de público con el que contamos debe estar detrás de esos cristales falsos. Aquellos que parecen ser espejos para nosotros, pero no lo son para quienes están al otro lado.

Pokemon Re-Start I: ResurgimientoWhere stories live. Discover now