Capítulo XXVI

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     La tensión no desaparece.

Keynes se une a Levitt a la hora de sacar su arma de detrás de sus pantalones, a lo que ese sujeto tatuado responde riendo despectivamente. Deja sus cosas sobre un sofá y estira los brazos por encima de la cabeza, haciendo que su camiseta se eleve para revelar la presencia de su propia arma. Eso es alarmante para todos, excepto para Lynda. Sonriendo, el sujeto la rodea por los hombros con un brazo y la lleva consigo hasta la mesa del comedor. Ella espera pacientemente a que el sujeto mire dentro de la nevera, encontrando una lata de cerveza que hace brillar sus ojos.

¿Y 'ora? Me hubieras hablado para ir por ti —dice él mirando a Lynda, tras darle un buen trago a su cerveza.

La sonrisa de ella sigue creciendo, como si eso fuese posible.

No vinimos en avión —responde Lynda—. Teníamos que escondernos aquí. Atacaron la base de Mánchester.

No mames —responde él impactado—. ¿Quién fue?

Alguien que traduzca para nosotros lo que está sucediendo aquí...

La anciana da un paso al frente, llevando en sus manos la fotografía dañada por el rayo de Diamond.

—Disculpen a mi nieto —nos dice sonriente, al fin en inglés—. No suele ser tan maleducado.

— ¿De qué muladar han sacado a ese sujeto? —se queja Keynes cruzándose de brazos.

Yo me hago la misma pregunta...

Bradley y Cunningham intercambian miradas, incapaces de bajar la guardia. Y en menos de lo que cualquiera puede creer, pasamos al olvido. A la anciana hemos dejado de importarle, pues su única preocupación es ordenarle a Hitmonlee que sirva la cena.

Cena para uno solamente, por supuesto.

Diamond consigue alejarse de mí tras causar cuatro dolorosos rasguños en mi brazo. Yo respondo dándole una patada que hace erizar su pelaje, hasta que su mirada se cruza con la mía. Intenta intimidarme, pero mi firmeza es mayor. Así que suspira y se aleja un par de pasos, sin que sus colas dejen de danzar.

Hitmonlee sirve una porción un tanto más generosa de comida para el sujeto tatuado. La anciana y Lynda se sientan junto a él, creando un cerco que a todos nosotros nos deja excluidos.

Y que ninguno de nosotros está dispuesto a respetar.

— ¿Quiere alguien decirnos qué diablos sucede aquí? —reclama Paltrow.

El sujeto tatuado nos ignora olímpicamente.

—Bajen las armas —dice Lynda sin separarse de él—. No nos hará daño. Él puede entenderlos.

Ojalá pudiera decir lo mismo.

Diamond salta a la mesa, donde Hitmonlee lo recibe ofreciendo un trozo de queso que ese maldito gato glotón no puede rechazar. Acto seguido, fulmina a la anciana con la mirada y se decide a hablar en representación de todos nosotros.

—Nosotros también estamos aquí —dice.

La anciana sonríe y asiente, a la par que el sujeto tatuado se atraganta con un trago de cerveza. Al recuperarse, mira a Diamond como si se tratase de un fenómeno de circo.

Diamond pone los ojos en blanco.

—Sí —dice—. Puedo hablar. Humano estúpido.

Se llama Diamond —explica Lynda—. Es un Pokemon eléctrico, legendario, inteligente y muy poderoso.

Pokemon Re-Start I: ResurgimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora