🥀Sinopsis🥀

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El deseo de siempre saber de dónde perteneces es el que te atrae a las personas que te dieron la vida.

Mi madre y yo siempre habíamos vivido con sus tantos matrimonios, ella se había casado muchas veces. Siempre buscando la estabilidad que nunca lograba encontrar, para ella nunca era suficiente. Hasta que conoció a Stuart Jones, y su vida cambió para bien. Con Stuart mi madre volvió a sonreír y a pesar de que él se convirtió en mi padre, siempre desee saber quién me había dado la vida. Mi madre siempre solía decirme que me parecía a él, pero yo dudaba que recordara quién era.

Un accidente, así me catalogaba cada vez que preguntaba sobre mi progenitor, ese ser que me dio la vida. Pero que era un accidente del cual ella jamás se iba a olvidar. Nunca sus respuestas eran convincentes. Me canse de preguntar, hasta que un día lo olvidé por completo...hasta que...él apareció.

Su toque detrás del vidrio me trajo de vuelta al presente. Le sonreí tratando de sostener las lágrimas. Me hizo señas que tomara el teléfono de mi lado. Trague la saliva para desatar el nudo de mi garganta. Ella me sonrió. Yo le sonreí de vuelta.

Hola, Aome.

La voz de mi madre siempre había sido tan suave, tan delicada. Siempre llevaba un tono seductor.

—Luces bien —ella bajó el rostro y una sonrisa se le pintó en el rostro. Movió su pelo en un gesto coqueto. Hasta en ese jumper color naranja chillón, ella lucia tan hermosa.

Trato lo mejor que puedo —sus verdes ojos relucieron por detrás del vidrio.

Yo no me parecia a mi madre. Muchas veces había pensado que me había robado de algun matrimonio del cual no le habían dado lo que ella pedía. A mi padre decía ella, pero nunca me había mostrado una foto, nada. Miro hacia los lados, como buscando a los niños.

—Vengo sola —deje salir en un suspiro. Ella cambio su expresión a una más seria.

¿Qué es lo que pasa? —aparte de hermosa, inteligente.

Si algo tenía mi madre, era inteligencia. Tal vez yo no había crecido mis primeros años en un lugar estable, pero que nos faltara algo, jamás. Siempre habíamos tenido dinero, siempre. Sus matrimonios no funcionaban no porque ella no supiera cómo manejarlos, era porque nunca le brindaban lo suficiente. Se casaba y ya estaba buscando quién sería el siguiente que tuviera más en el banco. Nunca la vi amar a nadie, más que al cretino de Walter, ese había sido su perdición. Ni siquiera Stuart había hecho que su corazón de piedra cambiará. Pero mi madre no siempre había sido así, ella no siempre había sido una mujer que solo desangraba a los hombres de dinero, algo en ella había muerto desde hacía mucho tiempo, siempre lo había sentido. Eso era lo que me hacía siempre volver a ella, la amaba, era mi madre, no me importaba lo que había hecho. Y eso era lo que me tenía en estos momentos aquí.

—Es mi padre —deje salir en hilo de voz.

Ella se miró las uñas.

—¿Stuart murió? —la mire de malas al ver su reacción tan despreocupada y fría. Pero no podía culparla, ella no lo amaba.

—No, mi padre está bien —alzó sus cejas. Esperando que siguiera. Me quede callada, ella volvió a verse las uñas—. ¿Mamá, por qué no me parezco a ti?

Sus ojos se alzaron. La confusión los inundó, no tardó mucho tiempo para ver de qué estaba hablando. Bajo el rostro y movió la cabeza de un lado para el otro, dejó salir un dios mío tan bajo que apenas logré escucharlo. La vi pelear contra algo dentro de ella, sus hombros temblaban. Elevo su rostro, unas lágrimas estaban en sus ojos, se mordió el labio inferior, no quería llorar, pero mi pregunta la estaba desarmando.

Porque te pareces a tu padre —contestó dejando salir su llanto.

—Bien...—le dije al igual que ella, dejando que mis lágrimas salieran—. Necesitamos hablar...

Amor EternoWhere stories live. Discover now