🥀Capítulo 11🥀

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Maximiliano

Tome a Alex y Nina y me dirigí hacia la cocina, se los entregue a Meli y le dije que se hiciera cargo de ellos mientras Aome y su padre hablaban. La chica hizo exactamente lo que le dije y tomó los niños y se perdió por la puerta. Un carraspeo de garganta me hizo voltear el rostro.

—No quiero problemas —me alzo una mano en son de paz. En la otra portaba una botella de Bourbon. Empezó a caminar rodeando la encimera en medio de la cocina. Jalo un taburete y se sentó en este, puso la botella en medio y me hizo señas que trajera algo para tomarla. Yo observaba todos sus movimientos—. No se donde Logan encontró los huevos y al fin se decidió venir a hablar con su hija, pero me da gusto —soltó limpiando su rostro.

Tomé dos vasos de la repisa y los llene con hielos. Con el mismo movimiento que él había empleado segundos antes, jalé el taburete y tome asiento enfrente de él.

—Me alegra que lo hiciera. Aome no sabia que hacer, pero al final también tomó valor y decidió hablar con él —le avente uno de los vasos.

Giro los ojos y jugó con sus dedos.

—Sabes, mi hermana era la más emocionada. Ella tenía esta idea en su cabeza que Aome y ella iban hacer unas grandes amigas. Pobre.

Se rió y destapó la botella llenando su vaso e inclinándose levemente para llenar el mío.

—¿Por qué? Créeme que Aome la querrá como una hermana. Ella no creció con mucha figura materna, en lo que la conozco solo le he conocido dos amigas.

—Que triste —se llevó el vaso a los labios y se tomó el contenido de un solo trago. Arrugó los ojos mientras el líquido bajaba por su garganta.

—Realmente no es triste, es afortunada. ¿Dime cuántos amigos realmente sinceros has tenido? —tomé mi bebida y con delicadeza di un trago, pero sin terminarlo.

Empuño las manos y dejó vagar su mente por un momento. Se sirvió otro trago y llenó el mio de nuevo.

—Solo uno —murmuró, esta vez alzando su vaso y tratando de chocarlo con el mío. Dio un trago—. Solo uno —volvió a repetir tratando de hacerme notar que yo era el único amigo sincero que había tenido.

—Ves. Apuesto a que todos, solo te buscaban para que pagarás sus tragos.

Bufé entre la copa y los hielos. Al menos era para lo que me buscaban a mí.

—Tu y yo, somos los mismos, Maximiliano.

Trago y dejó su mirada en la mía.

—No Aidan, no lo somos —me termine la bebida y jalé la botella para esta vez servirme yo. Su respiración creció escuchandose ligeramente agitada.

—Déjame terminar —le hice un gesto con mi mano que continuará—. Con la única diferencia que tu encontraste la cura de tu demencia.

Me reí. Tenía algo de razón. Le alce el vaso confirmando esas palabras. Me empine la bebida.

—Puede que sí —perdí mi mirada al frente, en el estampado de rocas y granito que adornaban la cocina.

—¿Cómo pasó? Más bien ¿Cómo le hiciste para aguantar tanto?

—¿Qué cosa? —pregunté no entendiendo a qué se refería Aidan.

—Max, los años te han quitado lo lobo. ¿Cómo le hiciste para aguantar tanto tiempo el no estar con ella?

Al fin entendí su pregunta y la curiosidad en su mirada.

—Cuando la conocí, me prometí a mi mismo que la protegería de todo y eso incluía a mi mismo.

Amor EternoWhere stories live. Discover now