🥀Capítulo 15🥀

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Maximiliano

Entre dando saltos, Austin me vio como si estuviera presenciando a un enfermo mental. Me paré derecho y puse mi cara más seria. Maldición, me sentía como un idiota con el primer amor. Pero al menos, la había visto, la había tocado, la había sostenido en mis brazos aunque fuera por solo un momento. Estaba tan hermosa, se le veía feliz. Al menos no estaba mal, y eso lo agradecía, pero de que quería acabar con los Hamilton por haberla arrebatado de mis brazos, no había una maldita pizca de duda.

Austin se acercó a mi con su hija en brazos. Extendí las manos para recibirla. Extrañaba a mis hijos, pero tenía que recuperar a su madre y aunque tenía que dejar de verlos por un tiempo, sabía que estaban en buenas manos.

—Luces emocionado. ¿Qué pasó?

Empecé a acariciar la cabecita de la niña. Se parecía bastante a Austin.

—La vi —sus ojos se agrandaron.

—¿Cómo? ¿Viste Aome?

—Sí, la vi Austin. Angelina me dijo dónde iba a estar y allí estaba. Bajo un árbol leyendo un libro, inundada en este.

—Pero tengo entendido que se pasa rodeada.

La beba se soltó en risas.

—Es cierto. Tiene tipos cuidandola en cada esquina, fue difícil acercarme, pero parece que los tiene encantados, ya sabes como es. Aunque perdió la memoria su actitud no ha cambiado.

—¿Hablaste con ella?

La niña empezó a querer llorar. Le hice un gesto a Austin que tomara el biberón. Corrió hacia un lado donde estaba una mesa llena con cosas de bebé. Empezó a prepararla. Regreso y me la entregó, su rostro de intrigado me causaba gracia.

Me senté con la bebé en el sofá y empecé a darle su biberón. Austin se sentó enfrente de mí. Esperando como un niño a que le dijera que había pasado.

—Hable con ella —la alegría en su rostro me dio a ver que este hombre nos guardaba un cariño tan sincero y que jamás había conocido a alguien como él, jamás.

Austin se había vuelto un amigo real, es más, lo consideraba el hermano que siempre quise, uno real, Aome no contaba, maldición, claro que no contaba.

Removí el rostro y me concentré en la carita de su hija. Bebía y cerraba sus ojitos queriendo rendirse al sueño.

—Ya maldición, ¿dime que paso?

—Fue un encuentro extraño, mucho. No tenía pensado hablarle, no quería acercarme, no me sentía preparado. Mi plan era verla de lejos y hoy en la fiesta tener nuestro primer encuentro.

Austin me rodó los ojos. La bebé terminó el biberón. Me puse la toallita en el hombro y con delicadeza puse su carita entre en medio de mi cuello y hombro. Empecé a darle palmaditas leves para que soltara el aire.

—Ese era el plan. Idiota, ¿ahora que ya te vio, como lo haremos?

Me regaño, viéndome como palmeaba la espalda de la bebé.

—Ella se tropezó y mi insisto fue correr a ayudarla. Lo hice y ella, bueno, me agradeció, incluso me tomó una fotografía. Creo que quedó impresionada.

Rodó los ojos aburrido. La bebé eructo con gran fuerza. La volví a sostener entre mis brazos y limpie su boquita.

—Tu ego hizo que mi hija eructara como un troll.

—No. Ningún ego, es cierto, se puso nerviosa y no dejaba de verme los ojos. Sabes, cuando la conocí, más bien, la primera vez que la vi, fue algo que hizo. Creo que siempre le han gustado —pestañee mientras la bebé jugaba con la cinta de mi reloj de mano.

Amor EternoWhere stories live. Discover now