🥀Capítulo 18🥀

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Aome

Me detuve en la puerta antes de salir de la empresa y cogi aire. Una y otra vez, tratando de tomar control de mi conciencia. Mi cabeza daba vueltas, y no era lo peor, me sentía mareada, fuera de mí. Mis dedos corrieron a mis labios. Los deline recordando su sabor.

Maldición. Lo había besado.

¿Qué estaba mal conmigo?

Me había sentido tan agitada, tan perdida en sus ojos. Ni con Aidan me había sentido así, incluso cuando me había dado ese beso. Pero Max me hacía sentir distinta, me hacia desearlo sin siquiera conocerlo bien.

Respire y calme a mi pecho, traté de ignorar el revoloteo en mi estomago. Olvidar que cuando me había penetrado en su mirada, había sentido una coneccion que me jalaba, me había sentido tan segura en sus brazos, ademas, sentia que sus labios me gritaban que los besara. Estaba loca, aparte de tener una mente en blanco, estaba loca. Alce mi pecho y tome aire. Era una adulta y tomaría estas cosas como se debian, con responsabilidad. No iba a salir corriendo aunque mi impulso me decia que era lo que tenia que hacer. Pero no, me enfrentaria a lo que fuera. Además, él estaba siendo tan amable, la que había saltado las líneas profesionales había sido yo.

Camine de nuevo hacia donde habíamos estado minutos atrás, pero me lo encontré a mitad de camino. Venía sonriendo, oh dios, él era tan hermoso, tan guapo, tan sexy. Esa era la razón del impulso de besarlo, claro, ahora estaba claro. Puse mis manos en puños, el corazón me palpitaba tan fuerte que hasta hacía doler mi pecho. Nuestros pasos se encontraron.

—¡Aome, lo siento! —alce la mirada sorprendida. La que debía disculparse aquí era yo.

—No Max, la que lo siente soy yo —baje el rostro y solté una risa cómica—. Es que me recordaste a alguien —bien, eso no era lo mas inteligente, era más bien estúpido, pero estaba tan nerviosa que fue lo que salió de mi boca.

Frunció sus cejas algo confundido.

—¿Te recordé a alguien? —dijo algo incomodo.

—Lo que trato de decir es, perdón. En verdad, si no deseas que trabaje aquí después de eso, lo comprendere —apreté mis labios, porque en realidad queria estar aquí, por una extraña razón, queria seguir viéndolo.

—¿Bromeas? Es un honor que trabajes aquí. Te digo un secreto —asentí como chiquilla curiosa—. Me agradas, mucho.

—¿Entonces, ese beso? —me llevé un dedo a los labios.

—¿Que no era parte de la actuación? —o él era tan lindo.

—Tienes razón. Actuastes tan bien, que me confundiste —ambos empezamos a reír.

—No te preocupes, Aome —lo vi sacar su móvil del bolsillo y empezar a escribir en este, alzó la mirada tan pronto como escribió—. ¿Qué te parece si tomamos ese almuerzo?

—¿Y el trabajo?

—Soy el dueño, cariño —dijo en un tono que hizo que me bajara un calor en lo bajo del estómago. Me guiñó el ojo y el corazón me dio un vuelco.

Todo lo que él hacía me agitaba, me gustaba, sí maldición, él me gustaba. Deje salir un suspiro, me dio el paso hacia fuera del edificio.

—¿A dónde iremos? Para serte sincera, apenas tengo un mes en Inglaterra, no conozco bien y lo poco que he salido, siempre voy escoltada.

—Yo viví tres años en este lugar. De uno que otro lugar me he de acordar—me quedé sorprendida por eso.

Le hizo señas a un joven para que trajera su auto.

Amor EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora