Ciento cuarenta y seis días antes:

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Desperté e hice mi estúpida rutina de todos mis estúpidos días. Mamá y papá estuvieron discutiendo mientras comíamos así que me levanté con más hambre que los otros días, ignoré el comentario de mi madre sobre que iba a salir rodando si seguía comiendo así y también ignoré su cumplido sobre lo celeste de mis ojos.

Mi madre era así primero me lanzaba un insulto como si fuese un hacha y luego me decía un cumplido como si quisiera que me curara el hachazo con una curita. ¿Entienden la metáfora?

Primero me insultaba porque le nacía y luego me decía algún cumplido para que ella no se sintiera mal consigo misma. Nunca puse en una balanza lo malo y lo bueno de mi madre pero creo que estarían fijamente igualados porque siempre fue así, primero el insulto y después el alago.

Me llevó a la escuela que, creo también, es obligación porque su trabajo queda solo a unas cuadras de mi instituto. La saludé y bajé del auto, entré en la escuela y justo antes de pasar por la puerta vi al chico nuevo cruzar, hasta cruzar la calle lo hacía tranquilo, pareciese como si no tuviera tiempo que perder.

Todavía no sé su nombre, tampoco es que quiera saberlo, ya dije en no ilusionarme con este tipo de cosas. La escuela parecía un poco más normal, cuando entré al salón un papelito voló sobre mí y yo me senté (nuevamente) de mala gana en mí banco. El día transcurrió más normal, presté atención todo el día y entregué el trabajo práctico del día. Siempre era la primera en entregarlos y siempre había alguien que resoplaba cuando el profesor algaba de la buena alumna que tenía, mientras yo me escondía aún más en mi pupitre. El chico nuevo entregó segundo y eso me llamó la atención porque la mayoría de los chicos entregan últimos.

Salí del salón primera y comencé a caminar hacía mi casa, no sé por qué, el tiempo no era excepcional como el día anterior pero quería ir caminando. No hablé con él porque fue hablando con aquella chica, su nombre es... Betiana.

Llegué a casa, la misma rutina, los mismos problemas y nada cambió.



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¡HOLA! Primero gracias por leer hasta acá, la seguiré cada día si puedo y también les recomiendo pasar por mis otras dos obras. Al principio siempre cuesta pero hay que seguir.

No podrás ayudarmeWhere stories live. Discover now