Prólogo

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El día que llegó a Italia estaba excepcionalmente despejado, hermoso, distinto a lo que había esperado por los reportes del tiempo que había leído en el último mes. Corría una brisa fresca cuando al fin, logró salir del aeropuerto con sus maletas en mano y divisó a la persona que la estaba esperando con un cartel en el que estaba escrito su nombre con grandes letras: DANNA. Se dirigió al hombre y amablemente le dijo:

–Buenos días, soy Danna Báez– y tendió la mano.

–Buenos días señorita Báez soy Carlo y he venido para trasladarla a su reservación en el hotel.

–Gracias –dijo y sonrió mientras subía al auto. Estaba muy nerviosa al usar el idioma italiano pues, a pesar de que lo hablaba con fluidez, no había practicado hace mucho. Hizo un gesto de desagrado con su boca. ¿Por qué se preocupaba de la utilización del idioma? Por Dios, si lo hablaba de manera casi natural desde "aquella" temporada que era mejor no recordar. Había sido muy duro superar aquella situación y aún le resultaba doloroso cuando pensaba en ello.

–Hemos llegado– dijo el chofer interrumpiendo sus pensamientos. Bajó las maletas y siguió a Danna, que estaba en la recepción identificándose, e inmediatamente le entregaron la llave de su habitación.

Era agradable, con una amplia cama que fue lo que más llamó su atención después del agotador viaje que había hecho desde su país natal. Posteriormente dio instrucciones para el día siguiente al chofer, tomó una ducha e inmediatamente cayó exhausta en su cama y se quedó dormida.

El sonido de su celular interrumpió su pesadilla habitual.

–Diga –contestó con voz somnolienta.

–Hola, Danny. ¿Cómo estuvo el viaje? ¿Estás muy cansada?

–Estoy bien, Caro –respondió a su amiga–. Un poco cansada, pero eso es todo.

–Y, ¿tienes alguna novedad? ¿Ya conociste a tu jefe?

–Caro, ¿acaso se te olvidó que llegaba a Italia por la tarde? Y que en este momento es, –miró su reloj– ¿poco más que las dos de la mañana?

–¡Ups! Lo siento mucho amiga, de lo emocionada que estaba por hablar contigo había olvidado el cambio de horario. De verdad siento haberte despertado.

–No importa, no hay problema, de todos modos estaba batallando con mi conciencia, como todas las noches.

–Danny, tu sabes que no fue tu culpa. No lo hubieras podido evitar de ningún modo, ya deja de atormentarte.

–No, debía tener más cuidado, debía poner más atención... pero me dejé dominar por la tristeza y el dolor.

–Vamos, ya deja eso, que no te hace ningún bien. Mejor, anímate, tienes una nueva oportunidad para comenzar de cero, aprovéchala.

–Sí tienes razón. Gracias amiga, eres de lo mejor.

–Gracias, pero eso yo ¡ya lo sabía! –respondió Caro con una risita.

–Oye, un poco de modestia no te vendría mal, ¿no crees?– dijo Danna riéndose por la respuesta de su amiga, que decía eso para animarla.

–Bueno Danny, te dejo dormir para que causes una buena impresión en tu jefe, luego me cuentas cómo te fue, ¿sí? Cuídate, adiós.

–Tú también cuídate. Adiós, Caro.

A pesar de lo que le había dicho a su amiga, no podía dejar de pensar en cómo habría cambiado su vida si todo hubiera salido bien. Es que no podía dejar de preguntarse y ¿qué tal si yo hubiera hecho esto o aquello? Sabía que eso no la ayudaba, que le hacía daño, pero la sensación de que hubiera podido tener más cuidado... le pesaba en el alma. Habían pasado casi dos años desde aquel suceso que la había marcado para siempre, aunque se decía a sí misma que su vida dio un giro total desde hace casi cuatro años para ser exactos... cuando lo conoció.

Encuentro con el destino (Italia #1)Where stories live. Discover now