IX.

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Capítulo 25

Beth la recibió con un gran abrazo. Tal vez hace una semana que no se veían pero el cariño que las unía era cada vez más fuerte.

–¿Cómo estás pequeña? Tu padre me contó que querías verme.

–Sí. Danny, tengo algo que mostrarte –el diminutivo no le gustaba, pero Beth adoraba llamarla así, por lo que no protestó–. Ven a mi cuarto.

–Vamos, tengo ganas de verlo.

–Suban, mientras tanto pediré la cena y acabo con unos papeles –Leonardo les dedicó una última sonrisa antes de internarse en su despacho.

–No vayas a dejar a mi papi porque trabaja mucho. Tal vez te aburras con eso, como yo, pero él es bueno.

–Cariño, yo no voy a dejar a tu papi porque lo amo mucho. Pero no se lo digas. Es un secreto. Además, a mí me gusta el trabajo que realiza.

–¿De verdad? Adultos, quien los entiende –pronunció Beth provocando que rieran juntas.

–¿Qué me quieres enseñar, Beth? –interrogó Danna curiosa.

–Sí, un momento, Danny –Beth empezó a buscar entre sus cuadernos y sacó una hoja–. Toma, míralo –dijo extendiendo su mano.

Danna lo tomó y sonrió. Era un hermoso dibujo de un hada con vistosas alas de colores.

–Es precioso –murmuró Danna.

–Es para ti –sonrió Beth, con dulzura–. Me ayudaron con el dibujo. Pero lo pinte yo solita –pronunció orgullosa.

–Gracias, pequeña. Eres un amor –pronunció Danna besando su frente.

–De nada, Danny. Te quiero –Beth se echó a sus brazos y Danna la estrechó fuertemente. ¡Cuánto quería a esa niña!

–La cena está lista, señorita –pronunció Mirna que ya conocía a Danna.

–Gracias Mirna, ahí vamos –sonrió Danna tomando la mano de Beth y dejándose conducir al comedor.


***


–La cena estuvo deliciosa, Leonardo –Danna lo miró con cariño.

–¡Cuánto me alegro de que estés aquí! –Leonardo le devolvió la sonrisa y tomó su mano.

–Danny, ¿puedes venir a mi cuarto? –interrogaba una impaciente Beth.

–Claro que sí, cariño.

–¿Para qué, pequeña? Ya veo que le entregaste el presente.

–Papi, quiero que Danny me lea un cuento.

–¿Segura Beth que eso es lo que quieres? –preguntó Leonardo vacilante

–Sí. ¿Danny puedes?

–Por supuesto, Beth. Vamos, si no hay ningún inconveniente –le dirigió una mirada de abierta pregunta a Leonardo.

–No, claro que no. Vamos cariño –tomó la cintura de Danna y la mano de Beth y juntos se dirigieron escaleras arriba al cuarto de la pequeña.


***


Danna terminaba de narrar el cuento al tiempo que Beth intentaba seguir despierta escuchándole, pero finalmente el sueño le ganó la batalla y cerró una vez más sus ojos. Parecía un ángel con aquel rostro lleno de paz.

Encuentro con el destino (Italia #1)Where stories live. Discover now