s e i s (ii)

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Jungkook se levantó de la silla con calma después de que entraran a la mansión, pero desapareció echando chispas en cuanto la señora Hudson  ayudó a Olivia a sentarse en la silla de ruedas. Ella no le vio durante el resto de la tarde. Según los criados, estaba ayudando a su madre a ordenar algunos papeles y volvería a la noche, a la hora de la cena. Pero tampoco apareció. Olivia pensó que había huído de allí y que no volvería nunca.

Le esperó jugando con los guisantes que acompañaban a la carne asada. Había empezado a tener ganas de cenar o de salir al jardín, pero el estado de ánimo de Olivia empezó a decaer cuando la señora Hudson le dijo que Jungkook no llegaría a la hora de la cena. No se atrevió a preguntar dónde había ido, simplemente apartó el plato de asado y estiró los brazos en la mesa, hundiendo su rostro en ellos. Al pensar en Jungkook, Olivia se sentía mal, inútil y culpable. Comparada con él, ella no era más que una chica que se quedaba llorando en la cama todas las noches sin hacer el más mínimo escándalo. ¿Estar enamorada se sentía así? Si todo el mundo se sentía de la misma forma, estar enamorado debía de ser terrible.

Con tiento, la señora Hudson se acercó a la chica al ver que no probaba bocado. Puso las manos sobre los hombros de Olivia con aire apaciguador, como si quisiera consolarla, pero ella se movió bruscamente. 

— ¿No vas a cenar nada? — preguntó la mujer, con ese tono tranquilo pero algo robótico que tanto molestaba a Olivia. Ella se limitó a negar con la cabeza sin mucha energía. — Bien, no vamos a obligarte a que comas todo... Pero al menos un poquito de carne, ¿no? El estofado de hoy está muy bue-

— Déjame en paz.

La mujer abrió los ojos, claramente sorprendida. No se esperaba que Olivia soltara aquello, aunque la niña siempre había sido demasiado directa y puede que hasta maleducada. Con calma, la señora Hudson retiró los platos de la mesa. Miró a Olivia un par de segundos antes de insistir en que tenía que cenar algo.

— Cielo, ¿de veras no quieres nada? Podemos preparar tortitas, tarta... Lo que más te apetezca.

— No. — contestó ella con sequedad, volviendo a hundir el rostro entre sus brazos.

Se sentía incomprendida. Nadie de su reducido entorno entendía que estaba cansada, aburrida y desesperada. Los criados podían entender que la señorita Dolan tenía depresión, pero no entendían cómo se sentía. Y eso le hacía sentir peor. Más enferma, más rara, más alejada del resto. Ni siquiera le quedaban ganas de llorar cuando pensaba en todo aquello. Simplemente se quedó ahí, sentada, con los brazos extendidos sobre la enorme mesa de madera de roble, con la mirada perdida más allá del suelo. Echaba de menos las charlas con su hermano y su madre, las cenas en familia animadas por los chistes malos de su padre... Hice un puchero, aguantando las ganas de llorar.

Alguna criada no tardó en coger los manillares de la silla de ruedas y en empujarla hacia la salida. Olivia no protestó. Cualquiera que viera su débil, pálido y debilucho cuerpo, creería que estaban portando un cadáver en una silla. Durante el interminable rodeo por los pasillos blancos de la mansión para llegar a su habitación, Olivia vio a Jungkook, vestido con una camiseta del mismo color que las paredes del pasillo. De no ser por su piel ligeramente dorada por el sol, de haber sido igual de pálido que ella, seguramente se hubiera camuflado con las paredes. 

Cruzaron una mirada rápida, lo suficientemente duradera para que él se atreviera a saludar a Olivia. Su hermana tenía razón; Jungkook no era bueno hablando con las chicas de su edad. Se sintió nervioso en cuanto Olivia clavó su mirada verdosa en él, expectante. 

— Eh, hola...

— Hola...

— ¿Te apetece ir a la biblioteca? — propuso Jungkook, hablando deprisa por culpa del nerviosismo. Volvió la cabeza hacia un lado, para que Olivia no le viera apretar los ojos y preguntarse a sí mismo, en bajo y en su idioma natal, por qué tenía que ponerse tan nervioso al hablar con ella. Quizá, que Olivia fuera hija de uno de sus ídolos era lo que le hacía sentirse así, tan cobarde y agitado. O puede que el ''incidente'' de la silla de ruedas. Jungkook había hecho cosas peores que esa, ¿cómo podía afectarle tanto? Agitó su flequillo y volvió a mirar a la chica. 

The beauty and the beast » Jungkook;BTSWhere stories live. Discover now