Capítulo 3: El engaño

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Saguia salió de su casa con los primeros rayos del sol de la mañana. La actividad en Góset en ese momento del día era escasa, aunque pronto sus calles se llenarían de personas de todo tipo, desde comerciantes hasta amas de casa, pasando por borrachos o soldados. La encapuchada no solía mezclarse con esta gente, abandonando su casa en horas más bien cercanas a la noche o ya metidas de lleno en la misma. Inusual era, pues, su partida al comienzo de la mañana, aunque se trataba de un día que podría ser decisivo para sus planes.

Una vez que dejó atrás la ciudad, se internó en el bosque que separaba esta de Demo, la población más al sur de Jálova, en dirección a la inmensa cordillera que dividía en dos mitades el continente.

Miró a ambos lados, cerciorándose de que no había nadie a su alrededor, y buscó un buen lugar entre los matorrales para esconder una pequeña bolsa de color verde que se camuflaría perfectamente con la vegetación. Tras esto, sacó de uno de los bolsillos de su túnica un pañuelo, amarillo en este caso, con sus cuatro esquinas atadas con sumo cuidado de manera que la arena contenida por el mismo no se saliera por ningún sitio. Lo abrió con lentitud, dejándolo sobre una palma abierta mientras con el dedo índice de la que le quedaba libre removía el interior formando círculos. La arena marrón se tornó entonces negra, despidiendo leves destellos en un principio. Al poco, el pañuelo entero parecía contener todo un arcoiris.

La mujer dejó de remover la arena y cerró los ojos para comenzar a entonar un hechizo. Hacía mucho que lo aprendió, grabándose a fuego en su mente dada la increíble descripción del mismo en un viejísimo tomo de la biblioteca mágica de Deban. Aún así, todavía no lo había probado, quizá por temor a que los resultados no fueran los esperados y hubiese problemas para revertir su efecto, pero ahora debía arriesgarse para lograr lo que se había propuesto.

Una vez terminó de pronunciar las palabras mágicas, los granos se alzaron en el aire y volaron alrededor de Saguia como si tuvieran vida propia, desapareciendo la mujer entre los cientos de haces de luz.

No tardó en disiparse tal espectáculo, del cual sólo los árboles y animales del bosque fueron testigos. Donde antes había una persona envuelta en una roja túnica, apareció un pequeño dragón marrón, con las alas cubriendo por entero su cuerpo. Al poco, las arrimó hacia los costados, dejando entrever un largo hocico y dos enormes y profundos ojos azules, tan poco comunes estos entre dichas bestias aladas. Se estiró cuanto pudo, como si hubiese estado hibernando y tuviera las extremidades entumecidas. Su tamaño, de esta manera, aumentó poco a poco hasta casi doblar el inicial.

Finalizado el hechizo, con un rotundo éxito, el reptil desplegó las alas, las batió con fuerza un par de veces y, tras comprobar que todo era como esperaba, flexionó un poco las fuertes y voluminosas patas traseras para tomar impulso antes de iniciar el vuelo hacia las alturas.

Saguia ascendió muchos metros con una especie de sonrisa dibujada en el hocico, deteniéndose en seco una vez alcanzadas las primeras nubes. Detrás suya quedaban las cientos de casas bajas que formaban la ciudad de Góset, así como la fortaleza de Flojan y sus seis enormes torres, erigidas en su día para ser las más altas construcciones humanas de Felácea. Al frente, las montañas Gares, allí donde debía encontrar a los dragones marrones.

Decidida a no perder más tiempo, bajó la cabeza y elevó la larga cola, aleteando con fuerza para surcar veloz el cielo por encima del denso bosque que le separaba de su destino.

Tras casi cuatro horas, extenuada por un esfuerzo mucho mayor que el que había imaginado, llegó al fin hasta las montañas. Pensando que no era mala idea descansar un poco, descendió a tierra, al amparo de los árboles. En realidad, tampoco debía preocuparse por el hechizo que la transformó en dragón, ya que este era permanente hasta la realización de otro que lo invirtiera, por lo que decidió recuperar todas sus fuerzas antes de presentarse ante los marrones.

El murmullo de la batalla (Saga Ojos de reptil #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora