Capítulo 3. "Una familia que me quiera"

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Aquella noche fue horrorosa. Tuve que dormir en la comisaría, lugar no muy precisamente cómodo. Un policía me dio una manta y una almohada y me condujo hasta una salita a la izquierda de la sala de interrogatorios. Era muy pequeña, con suelos de mármol y paredes de colores azul y blanco. En una de ellas se encontraba la puerta y, en las otras tres restantes, sillas para los "visitantes", me había dicho un policía. Tampoco quería saber a qué se refería.

Bien, tuve que dormir en una silla.

Después de unas horas totalmente incómodo, se me ocurrió la idea de juntar varias sillas para hacer una cama improvisada, ya que estas eran mullidas.

Cogí en brazos a mi gata, que no se había separado de mí en todo el día, y me acurruqué en mi "cama."

Después de un rato me entró el sueño, pero mientras me dormía, no dejaba de pensar en una cosa: mi padrastro había muerto por cirrosis, entonces... ¿por qué había un enorme charco de sangre a su alrededor? Algo no cuadraba en la situación.

(...)

El policía no dejaba de zarandearme con fuerza.

-Ya, ya voy. -dije aún adormilado.

-Vas a llegar tarde a coger el avión. -me dijo el hombre dándome unas palmadas de ánimo en la espalda. Supongo que se imaginaba por lo que había pasado yo.

-Voy. -respondí. Ese día, me dije, iba a comenzar mi nueva vida.

(...)

El viaje al aeropuerto había sido muy rápido. Tenía que coger el avión a las nueve y treinta, así que no me dio tiempo a hacer mucho antes de que un coche de policía nos llevara a mi, a Raspy y a mi equipaje hasta el avión en el que iríamos a España.

- Tu tía estará esperándote en la salida del aeropuerto. -me contó el policía que me había acompañado hasta la entrada.

-Vale, pero... ¿cómo se llama? -pregunté preocupado. Iba a viajar a un país en el que sólo tenía un familiar y ni tan siquiera sabía su nombre. Muy bien hecho, Rubén.

-Se llama... Katarina. -habló el policía mirando una carpeta en la que se suponía que estaban mis datos.

(...)

Ya en el avión escuché cómo una mujer explicaba en un perfecto noruego algunas medidas de seguridad y los horarios de llegada. Aproximadamente a las doce y treinta estaría pisando suelo español. Bien.

En un principio pensé que Raspy no podría viajar en el avión, pero pasó el control perfectamente y los de seguridad la dejaron viajar en su jaula.

Me pasé todo el viaje pensando en muchas cosas... como en mi tía, ¿ella de verdad me quería o sólo me acogía porque estaba obligada? ¿Cómo sería, se parecería a mamá, o sería completamente distinta a ella? ¿Por qué si se fue con su marido a Madrid, estaba sola entonces? Quería hacerle tantas preguntas...

Quería saber cómo sería la casa en la que viviría, si tendría mi propia y espaciosa habitación, si se encontraría cerca de un cine, o algo por el estilo. Incluso me preocupaba por que mi tía fuese alérgica o no le gustaran los gatos.

También pensé mucho en lo que se refería a la muerte de mi padre. La cirrosis es la inflamación del hígado, es irreversible, pero... ¿qué pintaba en todo aquello aquel maldito charco de sangre? ¿Alguien había herido a mi padrastro?
Si fuera un homicidio pensarían que había sido yo... "No, Rubén, no sigas por ahí." Me dije. Tenía razón, no tenía sentido meterme en todo este embrollo, así que mejor se lo dejaba a la policía.
Después de aquello dejé de pensar automáticamente en mi padrastro, y comencé a preocuparme por cosas mucho más importantes, como en qué instituto me matricularía, si haría amigos allí, y en... Mangel.

Él era lo único que verdaderamente me importaba.

Cogí mi móvil y decidí mandar un mensaje a Mangel para darle la gran noticia, -además de que estaría preocupado por no haberme conectado en todo el día.- aunque más tarde me di cuenta de lo que iba a hacer. No se podían mandar mensajes en el avión, así que me resigné y esperé a que se acabara el vuelo leyendo revistas de el avión.

-Señores pasajeros, abrochense los cinturones. Estamos llegando a Madrid, esperamos que hayan tenido un buen viaje y hayan disfrutado de el vuelo. -escuché que decía la voz femenina de la megafonía.

Y eso hice. Abroché mi cinturón y me agarré a Raspy hasta que el avión llegó a tierra.

Después de bajar de el avión tuve que pasar al menos otros dos controles, en uno de los cuales casi no me dejan pasar con Raspy, y me obligaron a mostrar todo el papeleo de mi gata para que la pobrecita pudiera pisar por fin a la tierra de la tortilla de patatas y de las "sevillanas", o eso me dijo Miguel hace un tiempo.

En las enormes puertas de cristal que había a la salida se encontraba una mujer alta y delgada, con el pelo rubio recortado en una melena, no más de cuarenta años, y unos ojos del mismo color mezcla de verde y marrón que los míos. Llevaba en la mano un cartel en el que ponía "Rubén Doblas."

No hubiera importado si no hubiera llevado ningún cartel, la habría reconocido en cualquier parte, Katarina era exactamente igual a mi madre.

- Hola... -la llamé acercándome a ella.

- ¿Rubén? Oh, cariño, cuántos años sin verte... siento tanto lo que has tenido que pasar, - susurró mientras me abrazaba.- si... si yo lo hubiera sabido, habría hecho algo pero... tu padrastro hablaba conmigo, siempre decía que estabas bien, pero yo sabía que algo había mal, lo siento tanto cariño...

- Él me dijo que no tenía familia. -le confesé.

-Lo sé cariño, lo sé, pero ahora todo va a mejorar, lo prometo. -me dijo con las mejillas húmedas por sus lágrimas.

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Lo sé lo sé, tardé mucho en publicar. Pero ya está aquí el nuevo capítulo. 😉

Es más bien corto pero... prometo que los siguientes serán mucho más largos y elaborados. 😣

Alone. (Rubelangel Fan Fic)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon