Capítulo 4. "Una casa acogedora"

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Después de aquello mi tía y yo fuimos a su casa. Bueno, nuestra casa. Estaba situada en el centro de Madrid, no sé en qué barrio. Era un piso en la cuarta planta de un edificio enorme. Según mi tía el lugar era antiguo, pero lo habían renovado hacía unos años porque había derrumbes muy frecuentes. En el interior el piso era muy nuevo, a la entrada tenía un gran salón al rededor del cual se disponían dos habitaciones, una cocina, un cuarto de baño y una terraza con vistas a la gran ciudad.

Nada más llegar Katarina fue enseñarme toda la casa, incluida mi habitación, donde dejé las maletas y solté a Raspy, que inmediatamente comenzó a olisquearlo todo. En un principio estaba preocupado por que a mi tía no le gustara Raspy, pero descubrí que ella de pequeña tuvo varios gatos y que amaba a estos animales.

Lo primero que pensé fue que la habitación la habían hecho perfectamente para mí: tenía el suelo de madera, y tres paredes blancas, con una ventana en una de ellas, la cuarta pared era de un color púrpura... o morado, no lo sé. En esta había una estantería y un escritorio de madera blanca, y en frente había una cama y, en el rincón, un armario. Me gustó que no hubiera cuadros, así podría decorar yo las paredes como quisiera con mis pósters.

La casa era muy acogedora, me gustaría vivir allí. Y... olía bien, no más vómito o alcohol.

Me arrodillé para acariciar a mi gata, para demostrarle con ese gesto que en cierto modo ahora estábamos seguros. Pero claro, ella me arañó. Desde que la encontré escondida en un rincón, asustada, después de que mi padrastro muriera, ella dejó de aceptar la mayoría de mis caricias.

Me levanté y dejé a la gata suelta en la casa mientras salía de mi habitación, ya desharía las maletas después de comer.

- Rubén cariño, ¿qué quieres de comer? -preguntó mi tía desde la cocina.

Hacía tanto tiempo ya que no tomaba una comida sustanciosa... en los últimos años sobreviví a duras penas con comida precocinada barata del supermercado. Incluso algunos días no podía comer porque mi padre se pasaba todo el día aporreando la puerta, y no podía salir.

- Cualquier cosa, no importa... no necesito mucho. -mascullé con inseguridad. Mi tía me miró con una sonrisa que me hizo sentir seguro, como en casa.

- Vale, Rubén. -terminó ella la conversación empezando a picar algo en una tabla de madera.

Y una hora después me encontraba sentado en una mesa, en frente de Katarina, llena de comida.

- No hacía falta tanta comida, Katarina... gracias igualmente. -le dije observando todo lo que había en la mesa.

- Oh, sí hace falta cariño, estás muy flaco. Come todo lo que quieras. Y llámame tita o Kat, como tú quieras, pero déjate de formalidades, somos familia, ángel. -contestó pinchando un trozo de solomillo. Guau, se había esforzado de verdad en cocinar para mí, estaba todo delicioso.

- Vale. Tía, ¿cuándo empezaré el instituto? -inquirí.

- Vaya, ¿vas a seguir adelante? En España a los dieciséis puedes dejar de estudiar.

- Sí, quiero seguir, quiero tener un trabajo en un futuro. -dije decidido.

- Claro, una buena decisión. Siendo así... -quedó pensativa mientras bebía de su vaso.- supongo que el curso que viene te podrás matricular.

- ¿En septiembre? -dudé. Kat no me respondió.- Supongo que está bien. Aunque tengo miedo.

- ¿Miedo de qué? -inquirió ella volviendo a la conversación. Nunca me había sincerado así con nadie, excepto con Mangel.

- De no gustar, tía. De parecer un bicho raro.

- No te preocupes, mi niño. Vas a gustar a los demás, en el mundo siempre hay alguien a quien le gusta lo mismo que a ti. Alguien que comparte tus gustos y aficiones. -aseguró. Inexplicablemente, eso me hizo acordarme de Miguel. Y de ahí se formuló otra pregunta en mi mente.

- ¡Casi se me olvida! ¿Tenemos ordenador e Internet aquí?

- Claro Rubén, no estamos en la edad de piedra. -declaró con una sonrisa de oreja a oreja. Aquello me hizo reír, reír de verdad en mucho tiempo.

- ¿Podría...? -no sabía cómo preguntarle si podía llevármelo a mi habitación.

- Te lo quieres quedar, ¿no?

- ¡No! -casi grité.- Sólo quería tomarlo prestado.

- No pasa nada, te lo regalo. La verdad es que me lo compré hace unos meses y ni siquiera lo uso. Estoy demasiado ocupada en mi trabajo. Quédatelo.

- Gracias tía. Muchas gracias.

- No tienes por qué darlas, cariño. -contestó mientras se levantaba para recoger las sobras de la mesa. Me levanté para ayudarla, no quería ser un peso muerto en casa.

- ¿En qué trabajas? -curioseé.

- Soy empresaria, trabajo en una compañía telefónica de España. Me roba mucho tiempo pero... pagan bien y tengo varios días de vacaciones al año.

Unos quince minutos después ya habíamos recogido la mesa y mi tía se había quedado limpiando la vajilla mientras yo transportaba y conectaba todo el equipo del ordenador en mi habitación. Era muy nuevo, como unas diez veces mejor que el que tenía en Noruega.

Terminé de conectarlo todo y, mientras se encendía, deshice mis maletas. Saqué la ropa y la guardé en el armario, colgué los pósters de videojuegos, como Minecraft y Skyrim, en las paredes y coloqué todos mis libros, figuras y comics en las estanterías. Miré hacia la pantalla y vi que el pc se había reiniciado y estaba listo para usarlo. Y lo primero que hice fue hablar con Mangel.

Estaba tan nervioso... no sabía cómo explicarle que todo había cambiado.

Miré como la pantalla se iluminaba con la cara de Mangel. Y gritó.

- ¡RUBIUS! ¡Joder, tío! ¿Donde estabas? Estaba preocupado pedazo de... -se paró para secarse una lágrima.- no... no sabía que te había pasado, tenía miedo por ti... si te hubiera pasado algo yo... un momento. ¿Dónde estás? Estás en un cuarto diferente, no lo había visto nunca, ¿has hecho reformas? Además este no es tu viejo ordenador. Se ve mucho mejor la imagen... ¡Háblame!

- ¡Coño, si no me dejas! Tengo tantas cosas que contarte tío... pero callate y no interrumpas. Y no llores, no te quiero ver triste, sonríe... así. -dije elevando con mis dedos las comisuras de mis labios. Aquella tontería le hizo reír, y aquel sonido hermoso hizo que algo se retorciera en mi corazón... que gay me estaba volviendo.

- Es muy fuerte... mi padrastro ha muerto. Así de fácil, algún día tenía que llegar. Pero... no estoy solo, tengo familia...

- ¡Que bien! ¿Quien?

- ¡Que no interrumpas macho! Bueno, pues prepárate... es familia española... y esta habitación en la que estoy... ¡es en España! Me he mudado... -casi grité emocionado.

- Que... cojones... ¡¿DÓNDE CABRÓN, DÓNDE?! ¡VOY A POR TI YA! -vociferó por el altavoz de tal manera que me hizo daño en los oídos.

- ¡CALMATE, COJONES DE MONO! Estoy en Madrid, ¡y había pensado que nos podíamos ver de una puta vez!

- ¿Cuándo? -preguntó él ya más calmado, aunque aún tenía un deje de emoción en su voz.

- Mñn... tendría que preguntarle a mi tía, pero supongo que me dejará este verano.

- Perfecto. ¿Te dejaría visitar Andalucía?

- Creo que sí. Es más, estoy muy seguro de que sí. -respondí con una media sonrisa.

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⏰ Last updated: Jul 19, 2016 ⏰

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Alone. (Rubelangel Fan Fic)Where stories live. Discover now