SAMUEL LIBRO II EL REENCUENTRO CON MI PASADO.

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—Aun no entiendo porque tengo que ir yo a tu ridícula fiesta de arlequines— resoplo fastidiado.

—No son arlequines, Samuel.

—A mí me lo perecen por cómo andan pintadas siempre. Además ya sabes que odio esas "fiestas" en las que todos van muy monos con sus trajes de gala, presumiendo quien trae la mejor marca y basándose sólo en cuánto puedes aportar a su circulito social.

—Anda. Será bueno ir. Allá andarán muchas muchachas bien guapas como las que encontraste en mi cama la otra vez.

Echo una carcajada.

—Entonces quizás vaya... ¿Pero tendré que usar ese ridículo traje con corbata?

—Y un antifaz también.

—Ni siquiera conozco a nadie de los arlequines que irán. Y dudo mucho que tú también sepas de quien es la dichosa "fiesta".

—¿Y qué? Según sé, toda la crema y nata de todo México estará en esta celebración.

Sobre la cama arroja un antifaz negro con filos plateados por toda la orilla.

Enarca una ceja como diciendo <<es tu decisión>>. Gira su cuerpo dándome la espalda y sale a paso presuroso.

Saliéndome de bañar, me detengo en el espejo, me observo, veo mi torso, mi cuerpo, mi cara... <<ya no soy el mismo de antes>>— me vuelvo a repetir. A un costado mío está el antifaz que Luis compró para mí, lo sobrepongo en mi cara. Vuelvo a observar atentamente en el espejo ahora con una "máscara" puesta. ¿Quién soy? ¿Quién no soy?... ¿Quién quiero ser?... ¿A caso este antifaz es para esconder lo que soy? ¿Lo que no soy? ¿Si regresé aquí es para cerrar ciclos e iniciar algo nuevo?... de cierto modo, cada persona tiene inconscientemente una máscara puesta, sólo que teme quitarlo y dejar al descubierto quien es.

<<Sí. Este definitivamente no soy yo. Pero hoy puedo ser quien yo quiero>>.

Llegamos a este famoso salón. Debo admitir que es muchísimo más de lo que esperaba encontrar. Desde el primer instante en el que pongo un pide debajo del auto, sé que algo no anda bien. El ambiente se echa de ver pesado y elitista. Autos lujosos, personas refinadas y elegantes. Me siento en una fiesta de Romeo y Julieta, con esos vestidos ampones y peinados exagerados.

No me sorprendería que fuera un veneciano el anfitrión o el que da la fiesta hubiese tenido una ayuda de alguna persona de ésta ciudad. Inclusive, el decorado es tan extravagante y exagerado, con los manteles de seda y bajillas de plata. Decenas y decenas de meseros atendiendo cada extremista gusto de sus invitados

Del techo cuelgan personas recubiertas de todo el cuerpo con mayas, dando su espectáculo en los aires. No me sorprendería descubrir que estos artistas son los del auténtico "Circus Solei".

Me abro a mí mismo paso entre la gente, sin Luis a mi lado ya. Él encontró una atracción mejor y son las mujeres. Yo veo sus rostros finos, preciosos y delicados, sin lugar a duda, ocultos bajo grotescos rubores de "Heidi" y de esos labios y ojos pintados con colores llamativos y nocivos a la vista.

Paso a paso continúo caminando por los relucientes pisos cuadrados de mármol. Me siento perdido, este definitivamente no es mi sitio.

De pronto, al fondo de aquel salón, el eco de unas hermosas carcajadas retumban en mi cabeza una y otra y otra vez. Acaparan cada espacio de mi mente, e inmediatamente me obligan a voltear con un brusco giro de cuello. Esas risitas ¡yo las conozco! Mis ojos buscan desesperadamente en la dirección que creí escuchar que provenían. Desesperado, empujo a la gente, intentando no perder de nuevo esas lindas risas. Y allí a lo lejos, muy lejos, más inalcanzable que antes, veo a una mujer de belleza superior a las demás parada en media pista, bromeando con un puñado de mujeres a sus lados. Mis ojos lo ven pero no creen lo que ven... ¿Será? ¿Es ella?... ¿Es esa mujer a la que añoré tanto tiempo?... el peinado de cascada con bucles no es el mismo que su melena castaña a media espalda, el atuendo exagerado no es el mismo que aquel vestido rojo discreto de aquella noche del baile. Los labios rosados que recordaba no son los mismos que los rojos llamativos y seductores que ahora veo, y el antifaz dorado oculta la mitad de su cara, pero aun así sigue siendo hermosa, quizás más de lo que era antes. ¡Es ella!, estoy seguro, no hay duda alguna. ¡Mi Lucia ha vuelto a mí! No creo lo que veo, lo que siento, lo que es... puede que esté soñando. No me resulta lógico que justo ahora, pueda volverla a topar en mi camino de una manera tan fácil, sin esfuerzo aparente por encontrarla. No es coherente que si la busqué por más de tres años en cielos mares y tierras, no haya tenido respuesta alguna y hoy, que no lo pedía, aquí está, frente mis incrédulos ojos.

¿TE AMO HASTA EL FINAL?Where stories live. Discover now