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John me sujeta la puerta y salimos al exterior. Empieza la función. Caminamos por el sendero que comunica mi vivienda con la casa principal. John ya se a alejado un metro de mí, pero me reconforta el saber que está detrás de mi espalda. Puedo escuchar el sonido de una tediosa melodía. Olivia a contratado a un cuarteto de cuerda para amenizar la velada.

Al llegar a la entrada del recinto habilitado para la fiesta John se queda fuera. Me giro y le dedico una sonrisa forzada a modo de despedida. Los invitados charlan animadamente formando pequeños corrillos. Sonrío a todo el que se cruza en mi camino mientras trato de localizar a mi padre con la mirada.

-¡Ya está aquí!- se felicita mi padre cuando finalmente me sitúo junto a él- señor y señora Johnson, les presento a mi hija Mia.

Yo alargo mi mano para saludarles.

-Mia, los señores Johnson son nuestros vecinos- me informa mi padre.

-Encantada de conocerles- digo.

Tras una breve conversación nos despedimos de ellos. Acto seguido mi padre me arrastra de un lado para otro presentándome a gente y más gente por la que no tengo ningún interés en conocer. En su punto de mira se sitúa un pareja de mediana edad vestida con sus mejores galas. La mujer, de unos cincuenta y tantos años, lleva un discreto tocado en la cabeza. Su marido, de edad similar, viste un traje de chaqueta claro. Mientras nos acercamos mi padre me informa discretamente de que el matrimonio es el propietario del bufet de abogados más prestigioso de la ciudad.

Sentado justo detrás de ellos hay un chico que se distrae observando el exterior a través de una de las entradas de la carpa que se ha instalado para el evento.

-¡Señor y señora Davis! ¿Cómo están?- les saluda mi padre con la mejor de sus sonrisas- Mia, los señores Davis serán los representantes legales de nuestra empresa en Atlanta.

-Encantada de conocerles- digo saludándoles. Y en ese momento la señora Davis golpea la pierna del chico con disimulo.

-Este es nuestro hijo Liam- le presenta orgullosa su madre. 

Cuando el chico fija su mirada al frente alzándose a su vez, le reconozco en el acto. Es el capitán del equipo de baloncesto de la universidad.

-¡Mia! ¡Estoy encantado de volver a verte!- asegura besando mi mano.

-¿Os conocéis?- preguntan sus padres y el mío al unísono.

-Si- decimos también a la vez- nos conocimos en el campus de la universidad.

Nuestros padres se miran compartiendo sonrisas cómplices y deciden retirarse para hablar en otro lugar. Liam y yo nos quedamos allí plantados.

En cuanto Liam se sabe a solas conmigo continúa con el cortejo donde lo había dejado el otro día. No deja de adularme, sonreírme y mirarme seductoramente. Pero yo le miro y no veo su rostro, veo el de John. Trato de centrarme en escuchar su voz pero para mí no es su boca la que habla, es la de John. ¡Creo que me estoy volviendo loca! ¡Veo y escucho a John por todas partes!

Un grupo de jóvenes se dirige hacia donde nos encontramos. Conocen a Liam. Parecen formar parte del mismo grupo de amigos. Liam me los presenta. Charlamos sobre la universidad, sobre lo que estudia cada uno y de las pocas ganas que tienen de qué el lunes empiecen las clases. Decido acompañarles hasta una zona chill out ubicada fuera de la carpa. Tomamos una copa mientras me informan de las cosas que, según ellos, debo conocer de Emory. ¡Sobre todo me ponen al día de los cotilleos más suculentos! Detalles sobre profesores, las clases que resultan más pesadas, los mejores sitios para comer y anécdotas que forman parte de la historia de la universidad completan su discurso.

EL GUARDAESPALDASWhere stories live. Discover now