OCHO

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Brad

Fruncí el ceño hacia Madison cuando me enteré de lo que había hecho. Ambos esperamos una reacción de Scarlett, que nunca llegó.

Tranquilamente, cerró la puerta.

- ¿Por qué has hecho eso? - le dije mirándola seriamente. Ella se encogió de hombros. - ¿Esa es tu maldita respuesta? - pregunté entre dientes. Di un golpe en el armario y salí de la habitación.

- ¿Por qué te importa tanto ella, Brad? - la escuché decir a lo lejos.

No tardé en salir para ir a buscar a Scarlett, ya que no estaba en su habitación. Bajé por las escaleras hasta el piso de abajo y la vi sujetada a la pared respirando con dificultad. Dejó caer su bolso en el suelo y me acerqué a ella.

- Eh, tranquila. - me puse frente a ella y esta se sentó en el suelo. Lágrimas caían por sus mejillas y estaba hiperventilando. - Scarlett, mírame - cogí sus mejillas entre mis manos. - Respira hondo. Intenta relajarte.

- ¿Se encuentra bien? - miré a mi derecha para ver a una mujer de unos treinta años en bata.

- Está en una crisis de ansiedad. ¿Tiene una bolsa de papel? - la mujer asintió.

Le abrí el abrigo y le quité la bufanda - Scarlett, nena - puse mis manos en sus mejillas y ella puso sus manos en mis muñecas. Nos miramos a los ojos y pude observar que tenía un corte en su frente y un moratón en su clavícula y cuello. - Todo va a arreglarse. Pagaré el alquiler, Madison te devolverá el dinero, pero tienes que relajarte - limpié sus lágrimas con mis pulgares.

- Aquí tienes. - cogí la bolsa y se la di.

Scarlett la puso tapando su nariz y su boca mientras que sus manos temblaban. - Respira lento - acaricié su pelo - Inténtalo.

Después de respirar once veces en la bolsa, se la quité para que respirara por ella misma.

- Le traeré un vaso de agua - dijo la mujer.

- Gracias - le dije. Ella me sonrió y volví a mirar a Scarlett.

- Todo va a estar bien - puse de nuevo mis manos en sus mejillas y pegué su frente con la mía - Todo saldrá bien - besé su frente.

Cogí a Scarlett y su bolso después de agradecerle de nuevo a la mujer y no tardé en llegar a mi coche y ponerla en el asiento del copiloto. Puse su bolso en la parte de atrás y le puse el cinturón a esa chica triste.

Fui a casa mientras Scarlett iba apoyada en la puerta sin hablar, solo hipando alguna que otra vez.

Volví a sacarla del coche en brazos y ella no se quejó. - No me encuentro bien - dijo cuando íbamos en el ascensor.

- Ya vamos a llegar.

Las puertas del ascensor se abrieron y tuve que hacer malabares para abrir la puerta de casa con el bolso de Scarlett y ella en brazos. Cuando lo conseguí, entré y la dejé en mi cama. Ella se acurrucó y fui a poner la calefacción. Me quité el abrigo y los zapatos y fui de nuevo a la habitación, donde ella estaba acurrucada, abrazándose a sí misma.

- ¿Quieres darte un baño? - le pregunté.

- No tengo ganas de moverme - murmuró.

- Vamos a ponerte cómoda.

Le quité el abrigo y los zapatos. Scarlett se tumbó y con su ayuda le quité los pantalones. Vi otro cardenal en su rodilla.

- ¿De qué son los cardenales?

- Tengo nauseas - se quejó, tocándose el abdomen.

- ¿Quieres ir al baño?

- Aún no - se incorporó con mi ayuda y no tardé en ponerle una camiseta mía.

ADOPTA A UN TIO / NO CORREGIDAWhere stories live. Discover now