LET'S GET WOOHOO!!•{Bokuto X Kuroo} YAOI/GAY© || PAUSADA ||

Capítulo 5.

NARRA BOKUTO

—No puedo dormir— murmuré levantándome de golpe.

Por suerte no desperté a Kuroo, el cual, como todas las noches se había cambiado de cama y dormía de nuevo en la mía. Me levanté soñoliento, la resaca se me había pasado o por lo menos eso quería creer Kuroo, era mejor que pensase que todo lo que nos había pasado habían sido bajo los efectos de la bebida. Pero aún así, había sido demasiado vergonzoso.

Por suerte aproveché para hacerme el dormido cuando caí al suelo para que todo acabase, esperaba que la noche acabase mejor y no con el labio abierto.

Salí con cuidado de la habitación del Nekoma y cerré con cuidado la puerta corrediza. Caminé descalzo por el frío pasillo de esa noche de verano, la luna inundaba con su marea de luz el instituto y al parecer, el ruido de las cigarras había cesado.

Antes de llegar al comedor, pasé por el dormitorio de mi equipo, abrí con cuidado la puerta y asomé la cabeza. Impresionado abrí los ojos e intente callar el grito, que tan acostumbrado estaba a soltar.

Akaashi se encontraba en pie, apoyado sobre la ventana que daba a los gimnasios, desde allí miraba la noche. ¿En qué debía de estar pensando? Ojalá pudiese leer las mentes, siempre había querido tener el poder de saber lo que pensaban en todo momento aquellos por los que me preocupaba.

Se veía tan perfecto, cual ángel caído que lo pude evitar sentir esa presión en mi corazón. Una presión parecida a cuando una fan ve a su bias.

Escuché un tenue llanto, que se fundió entre la oscuridad. Akaashi estaba llorando y con su llanto también arrastro mi preocupación, la cual incrementó y las ganas de acercarme a él se hicieron irresistibles. Me tapé la boca y cerré la puerta de golpe. No... No me preocuparía por él durante una temporada, quería ver cómo reaccionaba ante eso.

Vi como Akaashi pronunciaba mi nombre y giraba sus ojos hacía mí, en ese momento me marché corriendo por el pasillo y en cuanto llegue a las escaleras me senté en ellas.

No me iba preocupar por Akaashi de momento, tenía cosas mejores que hacer... Aunque este comportamiento de niña resignada, ¿desde cuando lo tenía?

—Cielos...— me quejé volviéndome a levantar una vez se me quitó el miedo que corría por mis venas, al ver a Akaashi llorar.

Abrí con cuidado la puerta del comedor, que se encontraba frente a las escaleras. Entre con cuidado, sin encender las luces, y caminé hasta llegar a una pequeña nevera donde había agua fría. Cogí la botella y la llevé a mis labios secos.

Me seque la boca con la muñeca en cuanto acabé y guarde de nuevo el recipiente. Me acerqué a un pequeño sofá que había para descansar y de nuevo el sonido de aquella tenue respiración volvió a escucharse. Esa respiración que había escuchado antes de "emborracharme" con Kuroo, la respiración pacífica del gato de cabellos rubios.

—Oh... Es el número cuatro del Nekoma —Murmuré acercándome a el sofá extrañado—. ¿Por qué está durmiendo aquí?— me pregunté para mis adentros.

Di un rodeo al sofá y me acerque más a él, coloqué mi mano sobre su hombro y lo agite con cuidado para que el felino despertara, pero este, en cambio se sonrojó y dejo escapar un pequeño gimoteo. Ante eso dejé marchar una pequeña sonrisa tierna, se veía adorable, aunque... ¿En qué debía de estar soñando para ponerse tan rojo?

—Hey, ves a dormir a tu habitación —le mandé subiendo el tono de voz.

Esperé durante unos segundos y no dio respuesta alguna, me acerqué más a su rostro colorado.