Primer libro de la Duología: Matrimonio Evans.
¿Qué pasa cuando firmas un contrato sin leerlo para que no te despidan? ¿Y qué ocurre si ese contrato consiste en que te casaste con tu Jefe? ¿Y qué pasa cuando tu jefe se convierte en tu marido?
Eso es...
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Antes de alejarme me despido de Jonathan con un beso en la mejilla, cuando me volteó de nuevo hacia Evans me percaté de que él y yo nos encontramos muy juntos, demasiado diría yo. Pero es por una razón la cual no me molestaba cuando estaban con Jonathan y es que este tipo de música así se baila.
El coloca ambos brazos en mi cintura y yo mis brazos lo entrelazo atrás de su cabeza, cualquiera que nos viera en esta posición y no nos conociera, diría que somos pareja.
Que incómodo. Y así empezamos a bailar por la pista, jamás había deseado tanto que el tiempo pasar rápido y además me hacía sentir enana, tenía que estar de puntitas para estar a su altura, era una suerte que trajera tacones, pero de todos modos no ayudaban demasiado.
Su boca se acerca juguetonamente a mi oído —No sabía que bailaba tan bien, Señorita Western.
¿En serio acaba de decir eso? ¿Y ahora que se supone que hago?
Le contesté con una sonrisa de boca cerrada, dejaría a su imaginación mi respuesta.
—Y además, no se, si su acompañante le comento.— me susurro recalcando la palabra "acompañante" —Pero se ve espectacular en ese vestido.
Se supone que debería sonrojarme, pero no lo hice, no era de esas mujeres que se sonrojaban fácilmente con un simple piropo.
—Gracias señor Evans, pero no creo que sean apropiados este tipo de comentarios. Y mucho menos de jefe a empleada.
Su sonrisa burlona paso a una más sobria, creo que le había molestado mi comentario, y estaba feliz, eso era lo que pretendía cuando lo dije.
Ya me vengaría por su comentario, de una manera u otra, pero lo haría, tal vez se quedará una semana sin café o tal vez me retrasará con el trabajo, ya vería.
En cuanto se acabó la canción me separe de él y me fui directo para afuera, no me importaba si había venido con él, yo me podía ir sola si quería y así lo hice.
Cuando ya estaba en mi habitación y antes de que me empezará a desvestir me llega un mensaje y como creía saber de quien era lo abrí.
Prima me enteré de hay una fiesta, así que te veo en la plaza para ir juntos. No me dejes plantado.
Una fiesta, la invitación no se oía nada mal, además serviría para relajarme un poquito, una recompensa por estos días que había sido tan ajetreados.
No lo pensé más y busque entre todas mis cosas algo que no fuera tan formal, no iba a ir a un club o bar con un vestido de trabajo.
Negué con la cabeza, en la noche antes de venirnos sólo había pensado en el trabajo y no había echado ropa casual que no fuera tan formal.
Busque y busque hasta que encontré algo un poco informal, me vestí y salí de nuevo a buscar de nuevo un taxi, era lo malo de estar en otra ciudad, no me podía manejar a mi antojo.
