Primer libro de la Duología: Matrimonio Evans.
¿Qué pasa cuando firmas un contrato sin leerlo para que no te despidan? ¿Y qué ocurre si ese contrato consiste en que te casaste con tu Jefe? ¿Y qué pasa cuando tu jefe se convierte en tu marido?
Eso es...
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Vaya resaca que tuve al día siguiente, parecía un completo zombie, todavía me pregunto cómo le hice para poder seguir trabajando con el ogro de mi jefe y poder aguantarlo.
Dos días después regresamos del viaje, en todos esos días ya no pude ver a Jonathan pero si seguimos mensajeándonos, una suerte, no quería perder otra vez el contacto con él.
En este momento me encontraba en la empresa, mi jefe iba a cerrar un contrato y sólo le faltaban unos informes, como ya los había alistado con anticipación y todavía quedaba tiempo, así que decido jugar un poco en mi celular y colocarme los audífonos.
Sólo sería para matar tiempo.
No se cuanto a pasado desde que comencé a jugar, pero desde hace unos minutos siento una mirada sobre mi, pero me da pereza levantar la vista y perder la partida, ya he avanzado mucho como para perder.
Al final, terminó poniéndole pausa y quitándome los audífonos, levantó la vista y palidezco al ver de quien se trata.
Es él, mi jefe, Landon Evans.
—Señor Evans.—me levanto enseguida. Debería haber revisado la hora antes de levantarme, sólo espero que no haya sucedido lo que estoy pensando.
—Señorita Western.— el tono que uso al pronunciar mi nombre no me gusta para nada —Si esta aquí, es para trabajar, no para estar jugando, en su puto celular.
No me gritó, pero con el tono que había usado era preferible que hubiera gritado, me había asustado completamente.
—Y no creo que sea necesario decirle que va a suceder por su ineptitud. Pudimos haber perdido mucho, por su puta culpa.
No, no era necesario, ya sabía que estaba oficialmente despedida por la equivocación que había cometido.
Y sin decir una palabra más salió dando un portazo, creo que estaba enojado, mejor dicho, furioso.
Recogí mis cosas, no tenía caso quedarme y esperar a que él viniera personalmente a echarme, sería muy vergonzoso y ya no quería más malos momentos por ahora.
Salí con la cabeza en alto, tan siquiera debería dejar intacta mi dignidad, estaría despedida pero con mi orgullo intacto.
Me despedí de la única amiga que tenía aquí y me fui al estacionamiento triste, ya nadie me veía así que no tenía caso fingir.
Había perdido mi trabajo por una estupidez, una completa estupidez.
Ahora tenia que buscar un nuevo empleo urgentemente, no estaba en condiciones de quedarme sin trabajar.
Vaya mierda de día. El único consuelo que tenía ahora era que ya no tendría que soportar al señor Evans todos los días.
Deje mis cosas en los asientos de atrás y cuando pensaba subirme alguien me jalo del brazo. Me volteé y me quedé sorprendida con la persona que estaba delante de mi. Era Landon Evans, ahora mi ex-jefe.
