Capítulo 1

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Louis se miró en el espejo una última vez con el nerviosismo mordiéndole el estómago. Era temprano, no había dormido bien, y tenía un aspecto cansado. El traje le había quedado perfecto cuando se lo habían ajustado a medida meses atrás, pero había adelgazado un poco y ahora la tela se aflojaba en lugares extraños, dándole un aspecto desarreglado. Los zapatos brillantes le apretaban y la tela de la camisa picaba. Salió tras su madre con paso lento.

Odiaba las bodas. Nunca le habían gustado, pero a medida que pasaban los años, las indirectas de sus familiares se hacían más incómodas, y el vacío a su lado iba despertando más preguntas para las que no tenía respuesta.

"Por aquí, cariño. Mira cómo lo han decorado todo. Oh, qué bonitas son las bodas. ¿No te encantan?"

Había intentado no ir con todas sus fuerzas. Al fin y al cabo, ni siquiera conocía demasiado a los novios; ella era una prima a la que recordaba ligeramente de cuando eran adolescentes, pero a él ni siquiera lo había visto nunca. A pesar de todo, su madre se había tomado el acontecimiento como la ocasión ideal para reunir a toda la familia, esparcida por diferentes ciudades de Inglaterra, y había llegado a pagarle el billete de avión y el hotel y suplicarle por teléfono que no faltase. Y ahora no parecía tener ganas de dejar de hablar, nunca.

"A nadie le importa si vienes solo, cariño. Mucha gente va sin acompañante a las bodas, no pasa nada..."

Sí pasaba, porque nunca sería capaz de acostumbrarse al silencio incómodo que se hacía en la mesa inevitablemente cada vez que respondía que no, no lo acompañaba nadie. Sí, ya tenía veintidós años. No, no tenía novia. Todavía.

"Tu hermana también ha venido sola. Podría haberse traído a ese chico de las pecas, pero ha decidido venir sola porque ha querido. ¿Tú ves algo de patético en eso? Yo, no"

Se sentía más ridículo, expuesto y avergonzado a medida que su madre hablaba. Sentía la necesidad de dar explicaciones, de justificarse, de demostrar que estaba solo porque quería... aunque no fuese cierto.

"Cuando encuentres novia, genial, y mientras tanto, genial también. Cuando tengas pareja te preguntarás para qué te habías preocupado siquiera. Uno nunca sabe cuándo va a aparecer esa persona especial, Louis..."

Su hermana Lottie era la única que sabía que era gay. El secreto pesaba entre él y el resto de su familia como una barrera insalvable; sabía de sobra que nadie lo aceptaría realmente si se lo contase. Que no volverían a mirarlo y a ver al niño pequeño que todos habían visto crecer, que no volverían a tratarlo de la misma forma. Que no volvería a ser lo mismo.

Eso no quería decir que el secreto no lo estuviera matando despacio, enganchado en su interior como un insecto repugnante del que no podía deshacerse. Louis había llegado a cenar con chicas, había intentado desesperadamente mirarlas por la calle, fijarse en la innegable belleza de las modelos de los anuncios, pero siempre había tenido la sensación fría, húmeda, desagradable, de que algo no iba bien. De que no era eso lo que quería.

Y se había cansado. Había decidido separar a su familia del resto de su vida por su propia salud mental. Trabajaba y flirteaba con hombres y salía a veces, y bailaba con desconocidos, y cenaba con amigos de amigos y buscaba calor en labios de extraños, y llamaba a su familia desde la seguridad de las paredes de su apartamento, dejando que lo mordiera el remordimiento sólo más tarde. Había dibujado una línea en el suelo entre él y su familia, pero había crecido sin parar hasta dejarlos separados por un inmenso barranco. Se distanciaba a pasos agigantado de sus seres queridos; era el precio que había pagado por su libertad.

Su madre no se había callado.

"¿Pero dónde se ha metido tu hermana? ¿Ha encontrado sus zapatos? Me llamó antes desde su habitación porque no encontraba la caja y ahora..."

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