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CAPÍTULO NUEVE: preparaciones finales.
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—¿Sabes qué es lo más surrealista de todo esto?—,preguntó Cassadee, más para ella misma que para Bella mientras armaba la carpa —. El hecho que está nevando en medio del maldito Junio—, miró alrededor, notando nada más que blanco cubriendo el suelo y la naturaleza.
— ¿En serio?—, preguntó Bella al sentarse, mirando a su hermana casi terminar con la tienda —. ¿Eso es lo más surrealista cuando un ejército de vampiros viene tras de ti?
—Sí—, asintió Cassadee, colocando la mochila de Bella y la bolsa de dormir dentro de la tienda —. Esto es Washington, no el Ártico—, se arrastró dentro de la tienda y se sentó, Bella siguiéndola —. Espero que tengas suficientes capas de ropa, esto no va a ayudarte ni un poco.
— ¿Alguna vez pensaste en que nosotras estaríamos comprometidas justo después de terminar la escuela?—, inquirió Bella, cambiando de tema.
—No. Pero tampoco esperaba que los vampiros y licántropos fueran reales, y aquí estamos—, se encogió de hombros antes de mirar atenta a Bella —. ¿Estás feliz?
Bella la observó confundida —. ¿Por qué no lo estaría?
—Porque Edward básicamente te obligó a que te casaras con él.
—No lo hizo—, defendió Bella instantáneamente.
—Obligar: la práctica de persuadir a alguien a hacer algo al usar fuerza o amenazas—, repitió Cassadee la definición que se sabía de memoria.
—Sé lo que es obligar, Cassadee—, dijo Bella molesta —. Edward no me obligó por la fuerza ni me amenazó.
Cassadee rodó los ojos, sin poder creerle —. Se negó a transformarte hasta que te casaras con él. Si eso no es obligarte, entonces ¿qué es?
