1: Así empezó todo

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Otra vez. La mísma rutina. Odiaba ir a la escuela y encontrarme con tantos adolescentes mediócres. Bueno yo también soy una adolescente y soy mediócre. El caso es que pienso de diferente forma, luego de lo que me sucedió hace un año atrás.
Esta es mi historia, la historia de Samira y su Ángel personal. Así empezó todo.
Quien diría que extrañaría tanto a Aiden.


-¡Hija levantáte que llegás tarde a la escuela!- otra vez mi mamá gritando como loca, como si tuviese el sueño tan profundo.
La verdad es que me encanta dormir.

-Ma, apenas son las 10:30- le reproché mirando el celular- entro a la 13:00. Me había dormido tarde y tenía muchísimo sueño.

-Lo sé hija, pero tienes que armar tu cama- rodé los ojos -plancharte el cabello- cierto, me había bañado anoche y no me había planchado -desayunar- no tengo hambre, bueno un poquito, bueno un poquito mucho -y muchas cosas más.

-Odio la rutina.

-Y yo odio que te quejes de todo.

-¡Si no me quejo de nada!- me miró y soltó una carcajada -está bien ahora me levanto- dije protestando.

Me levanté y me quité el piyama para reemplazarlo con una remera negra con letras blancas en donde decía The Beatles, me puse un jean negro, zapatillas negras con tachas y una chaqueta adivinen de qué color. Amo ser gótica.
Enchufé la planchita, iba a esperar a que se caliente un poco antes de usarla. Armé mi cama y fui al baño. Me maquillé un poco, no tanto porque no me gusta estar cargada; me apliqué una base en polvo a tono con mi piel blanca y delineador líquido color negro.

Caminé hacia la cocina así me preparaba un capuccino con tostadas. Cuando estaba por prender la ornalla, vino corriendo hacia mi Zeze, mi hermoso perrito. Era negro y tenía 2 meses, literalmente era un bebé, mí bebé. Me lo había regalado una amiga, apenas lo vi me enamoré completamente.

-¿Ma, sabés dónde está el capuccino?- le dije revisando toda la alacena. Amo el capuccino.

-No hay más Sammy, a la tarde voy al supermercado y compro.

-Bueno me hago un té- busqué la cajita del té y saqué un saquito, el agua ya estaba lista.

-¿Qué es ese olor?- preguntó agudizando su olfato, yo no olía nada. Ella tenía la vista, la audición y el olfato biónico, era un don.

-¡Aaay no!- grité corriendo a mi habitación -¡la planchita!.

-¿Otra vez te la olvidaste prendida?- me dijo entrando a mi habitación y yo asentí con la cabeza - no cambiás más, la hubieses prendido después de desayunar- luego de decir esto salió de mi habitación y comenzé a plancharme el cabello.

Vamos es en serio. Gracias luz por cortarte en este preciso instante. Me faltaba plancharme la otra mitad del cabello y ya eran las 11:45. No me queda otra que llevarmeló atado. Mi cabello es azul y me llega hasta los hombros, amo tenerlo así.

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El autobús ya casi viene. Te subís y es como una montaña rusa, si no encontrás asiento claro.
Genial, hay asientos. Odio ir parada y que las personas se te queden mirando como si no tuviesen nada que hacer. La verdad es que si mirás por la ventanilla no encontrás paisajes interesantes, pero yo voy en esos quince minutos de viaje leyendo.
Ahora estoy leyendo "El sabueso de los Baskerville" de Arthur Conan Doyle; me encanta Holmes, misterios, pistas, casos por resolver. Fascinante.

El autobús se detuvo, chau vida interior, volvamos a la realidad mediócre. Apenas bajé del autobús comenzé a caminar hacia la escuela, la secundaria "Acassuso", un lugar en donde soy tan invisible como cuando Harry Potter usa la capa de invisibilidad.

"Aprendiendo A Vivir"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora