7: ¿Capuccino?, capuccino

32 1 0
                                    

Dios mío, el chico que se acostó a mi lado es como un ángel caído del cielo. Es tan perfecto de pies a cabeza, obvio que antes de gritar como loca pidiendo ayuda o pidiendolé explicaciones a ese sujeto, lo observé detalladamente. Es hermoso.
Su cabello es rubio, me dan ganas de jugar con cada mechón de pelo que tiene; sus ojos que también me observan, son celestes, hermosos y profundos, puedo ver el mar en sus ojos, transmite una paz que ni yo creía poder llegar a tener; su piel es de tez blanca pero de un tono más que la mía; sus labios son tan perfectos, cada parte de él es tan perfecta; a pesar de estar acostado parece una persona alta; y lleva pantalones blancos, zapatos blancos y una remera blanca... ¿a caso estoy soñando?, ¿o ya estoy muerta?. Nunca lo vi en mi corta vida, pero no me asusta, como dije antes, me transmite paz.

-¿Quién sos?.- le dije aún acostada.

-Tu ángel guardián.

¿Mi qué?, a ya, estoy muerta. No me di cuenta que el tren había pasado. Habrá sido cuando cerré los ojos.

-¿Ya estoy en el cielo?.- miré a mi alrededor y seguía en las vías del tren, nada había cambiado, excepto por la persona que tenía a mi lado.

-No- me dijo cerrando sus ojos -¿escuchas eso?- negué a pesar de que no me veía -no estamos en el cielo, estamos en la tierra. Sino estaríamos flotando, y yo estaría descansando y no ayudando a una niña terca.

¿Niña terca? Adiós paz interior.

-¿Lo de niña terca me lo dijiste a mi?.

-Si.

-¿Ayudarme?, ¿niña terca?, ¿quién sos y qué querés?.- le hice cada pregunta totalmente enojada, ni me conoce y me dice terca ¡ja!, ¿perfecto?, talvés por fuera.

-¿Te querés suicidar no?, bueno, estoy acá para hacerte cambiar de opinión.

-Vos no me vas a hacer cambiar nada, ¡andáte!.- le dije levantandomé de las vías y alejandomé un poco de él, que seguía acostado con los ojos cerrados.

-¿Por qué querés suicidarte?.- me dijo abriendo los ojos y poniendosé de pie como yo.

-¡Eso no es asunto tuyo!.

-¿Tenés alguna razón en especial por la cual acabar tu vida?, sos tan egoísta. -¿este tipajo quién se cree para llamarme egoísta? ¡ni me conoce!.

-No te conozco y no tengo que darte explicaciones.

-Yo tampoco te conozco, pero explicaciones me tenés que dar.

-¿Por qué debería de hacerlo?.- le dije cruzandomé de brazos esperando una respuesta coherente de ese sujeto que había conseguido hacerme enfadar.

-Porque... porque debo ayudarte.

-¿Ayudarme?.

-No debés morir, no hagas esto, por el bien de todos.

-No voy a hacer lo que me digas, lo que me importa tu opinión es tan poca como me importa...

-Vivir.- me dijo interrumpiendomé, no sabía qué decir, me había sacado la palabra de la boca. Asentí y él se acercó a mi.

-¡Andate!, ¡no te acerqués!.

-¿Por qué?, ¿a caso las vías del tren son tuyas?.

-No, pero andáte.

-Hasta que vos no te vayas y no cometas ninguna locura, yo no me voy a ir.

-Lo que haga con mi vida no es asunto tuyo.

-Sentáte.- me ordenó como si yo fuese de su propiedad mientras él se sentaba.

-¿Qué?, ¡a mi no me ordenás nada!.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 01, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

"Aprendiendo A Vivir"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora