Capítulo 49.

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Amistades parte II.


— ¿Vendrás a pasar navidad, verdad Remus? 

—No lo sé, Molly —respondió el castaño, con duda en la voz. En verdad no lo sabía, pero lo más probable era que sí.

—Desde que te juntaste con esa chica te comportas extraño —reprendió de forma cariñosa Molly. Remus pudo notar como su voz luchaba por no sacar toda la furia que sentía. Se preguntó que habría hecho Charlotte para hacer enojar tanto a Molly Weasley. 

—En fin —evadió el tema lo más educado posible—. ¿Dónde está Sirius? Hace tiempo que no vengo a verlo. 

El rostro de Molly se contrajo de consternación. A Remus no le agradó aquello.

—En su habitación. Lleva encerrado ahí todo el fin de semana —dijo, intentando sonar tranquila, sin mucho éxito—. Como mis hijos no están en casa, puedo venir y visitarlo casi a diario —y su semblante terminó de descomponerse—. Pobrecillo. Está tan abatido... —negó con la cabeza.

Remus asintió con ligereza al escucharla hablar. Para Sirius debía ser duro pasar por tantas pérdidas, que no eran más que su familia. El castaño imploraba con fervor porque las vacaciones navideñas iniciaran cuanto antes en Hogwarts para que Harry le alegrara la vida aunque fuese un rato. 

—Iré a verlo —Avisó a Molly.

—Te necesita, Remus —dijo ésta, cuando el castaño le dio la espalda—. Te necesita más que nadie. No puedes abandonarlo.

Remus no respondió. Se limitó a asentir con la cabeza, y subió las escaleras al piso donde la habitación de Sirius se encontraba. Se sentía un poco mal, a pesar de jamás haberse separado de su mejor amigo en todo aquel tiempo que no llevaba viviendo en Grimmauld Place; incluso, se atrevía a afirmar que veía más al pelinegro que a Charlotte. Aunque claro, la última semana no le había sido posible. Había intentado a toda costa ahorrar un poco. Tenía una idea fija en la mente, y no se la podía sacar, supuso que por más descabellada que sonara, era lo correcto.

Abrió la puerta del cuarto como sí estuviera en su casa propia. Remus inspiró hondo; olía un poco a polvo. El sitio estaba adornado como sí fuera un adolescente el que habitaba aquello, pósters; de los chudley cannons; de chicas muggles en bikini, y de motocicletas. El color escarlata y dorado apagados por la humedad refulgían todavía en las paredes. Incluso la colcha era digna de todo un Gryffindor. Sus ojos se detuvieron en un póster del equipo de Gryffindor, del 78'. Reconoció de inmediato a Sirius y James, a pesar de la oscuridad en la que estaba hundida la habitación. Sacando la varita, Remus mandó encender las luces de la habitación.

El bulto que estaba recostado sobre la cama, soltó un grito.

— ¡Por Merlín! —dijo con voz ronca, sentándose de golpe, y fijando su mirada en Remus—. ¡Lunático! ¿Qué te pasa? —tenía los ojos entrecerrados, y el cabello largo despeinado—. Es demasiado temprano. Déjame dormir.

—Son las cuatro de la tarde, Sirius —le dijo Remus, acercándose a él—. Luces terrible.

—Soy una sexy criatura con problemas de peinado —Remus alzó ambas cejas. Sirius rodó los ojos—. Sigo viéndome mejor que tú.

Cómo conquistar al profesor Remus J. Lupin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora